viernes, 3 de octubre de 2008

Llegó el supermercado

Por Rolando Arellano C. Doctor en Márketing *

Hace unos años el mayor símbolo de prestigio de una provincia, luego de la luz eléctrica y la carretera, era tener una agencia del Banco de la Nación. Más tarde, el mayor anhelo era una universidad, tema que muchos políticos usaron en sus promesas electorales. Hoy las cosas han evolucionado, pues existen ahora universidades en todo el país, así como agencias de muchos bancos y cajas de crédito. Pareciera más bien que el nuevo símbolo de progreso de una ciudad es la apertura de un supermercado, o, mejor aun, la de un centro comercial.


Así, a juzgar por noticias y estudios diversos, la apertura de sistemas modernos de distribución se está convirtiendo en un motivo de orgullo muy importante para los pobladores de provincias. Por ejemplo, desde la inauguración del inmenso mall Aventura Plaza, los trujillanos afirman que su ciudad es la capital del norte del Perú.


Los chiclayanos retrucan diciendo que el Real Plaza está en su ciudad desde mucho antes, y que hay allí supermercados desde hace tiempo. ¡Gua!, dicen los piuranos, que se ufanan de que nada de eso se compara con que próximamente serán los primeros norteños con dos centros comerciales: el del Sol y el de la Luna. ¿Quién tiene la razón? No importa, pues lo remarcable es que todos sienten hoy más orgullo por su sitio.


Es indudable que la vida de muchos arequipeños cambió (para mejor) cuando Saga Falabella puso su primera tienda allí y se abrieron los primeros cines modernos. Encontraron algo diferente que hacer los fines de semana, y no necesitaron venir tanto a Lima para comprar ropa o artefactos, ni para ver una buena película. Y si hablamos con los jóvenes huancaínos hoy, quizás nos sorprenderemos de ver que hasta sus deseos de migrar al extranjero, o a Lima, parecen haber disminuido por el orgullo de que haya un Plaza Vea en la incontrastable ciudad del Mantaro.


Algunos analistas dicen que esto trae solamente una ilusión de mejora, pues los nuevos comercios acercan las tentaciones a un público que se frustrará al no poder alcanzarlas. Otros dicen también que eso estimula el consumismo, tan dañino en esta época de crisis económica mundial.


Estos analistas olvidan quizá que acercando la oferta comercial a las ciudades se generan muchos beneficios, como la creación de puestos de trabajo, que de otra manera se quedarían en Lima; y el ahorro en los costos de transporte, gasto en el que nuestros paisanos incurrían al viajar a la capital para encontrar los productos, servicios o la diversión deseados.


En todo caso, más allá del análisis económico 'clásico', es muy importante considerar el inmenso aporte a la percepción de bienestar de las provincias que generan los nuevos servicios comerciales.


Si quiere comprobarlo, pregunte a algún huancaíno cuál es la prueba de que su ciudad está prosperando. Con toda seguridad, su respuesta será: "Ya tenemos un supermercado".

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