por Rodrigo Díaz, Colón
Joseph Chreim, sub gerente general de May’s, abre un cajón de su escritorio y saca varios tarjeteros. “Mira –dice–, aquí tengo las tarjetas de todos los retailers de Latinoamérica. Están Cencosud, Casas Bahía, Extra, Falabella, Wong, G-Barbosa, Carulla, Pre-Unic…”. Efectivamente, ahí relucen las tarjetas de los ejecutivos más importantes del comercio latinoamericano. “Ves, todos son clientes míos”, se enorgullece. Y hay que creerle. Porque el showroom de May’s en la Zona Libre de Colón es realmente impresionante. Igual al de la mejor multitienda que se pueda imaginar. Pero allí, los clientes son las multitiendas de la región.
May’s prospera en la Zona Libre de Colón (ZLC), donde están instalados más de 1.800 comercios y 800 representaciones, los que dan empleo a más de 27.000 personas. Casi todas las mercancías industriales del mundo se ofertan en 400 hectáreas ubicadas en una posición clave: la entrada norte del Canal de Panamá. Tanto es el movimiento, que posee cuatro terminales portuarias: Manzanillo Internacional Terminal, Colon Ports Terminal, Colon Container Terminal, Panama Ports Company.
Administrada por una entidad gubernamental autónoma desde hace 55 años, con más de 600 operarios, el objetivo de la ZLC es facilitar el comercio. No lo hace mal. En 1990 se importaron allí US$ 3.085 millones y en 2007 esa cifra se elevó a US$ 7.633, lo que significa un ritmo de expansión de 10,9% anual. Y de esos montos, en 1990 se reexportaron US$ 3.346 millones, en tanto que en 2007 el valor fue de US$ 9.311 millones (10,5% anual).
“Estamos muy contentos con los resultados”, cuenta Nilda Quijano, gerente general de la ZLC. Con razón. En el primer semestre de este año las operaciones crecieron 8,5%. “Y este año partimos con la automatización, con lo que las empresas podrán operar a través de una intranet, las 24 horas del día, siete días a la semana”.
Su ubicación estratégica y un sistema tributario libre de impuestos (para venta, producción, ingresos generados en el exterior, importaciones y reexportaciones a países extranjeros) lograron que la ZLC sea considerada la 2ª Zona Franca más grande del mundo y la primera en el Hemisferio Occidental.
Debido a ello, como si fueran pequeños alephs del libre comercio, las tiendas rebosan con lo imaginable y lo inimaginable: de un mug a una rug persa, aunque el gran proveedor suele ser el anfitrión de las Olimpiadas de este año: “Acá, lo que hay es 90% chino… Ves, está todo rotulado, el precio por unidad y el volumen mínimo”, detalla Joseph. Lo que ocurre es que para comprar en China, el pedido mínimo es un container (de 20 pies). Es decir, si un retailer quiere comprar un mug rojo de 10 onzas, la compra mínima es de: 1 container. Lo que es un problema para un comerciante mediano. Por eso la ZLC conviene, porque allá uno se puede llevar 3 cajas de esto, 1 caja de lo otro, 15 pantalones de tal tipo, 50 camisetas para bebé, etc., y ellos se acomodan a lo que el cliente quiere.
“Aquí nosotros no vendemos marcas –insiste–, vendemos precio y calidad. Si quieres marcas, tienes que ir al frente. A Motta”, sentencia Chreim. Y así es. Cruzando la calle está Motta, una multitienda igual a May’s pero con marcas. Sony, Chanel, Lowe, Ferragamo, Johnny Walker, suma y sigue.
Marcas o no marcas, “lo que nos deja contentos es que todos los que vienen, vuelven”, sonríe Chreim, “pero nos falta que nos conozcan más”. La gordura de su tarjetero es el termómetro más fiel de la abundancia.
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