viernes, 25 de julio de 2008

El fantasma de la inflación amenaza con truncar la etapa de expansión económica de Latinoamérica


La inflación ha comenzado a acelerarse en América Latina, como ya lo ha estado haciendo, y de forma muy acusada, en las grandes potencias económicas mundiales como Estados Unidos y la zona euro. Los principales culpables de esta espiral inflacionista están siendo el encarecimiento de los precios internacionales del crudo y de alimentos como el maíz y el trigo. El crudo ha subido un 90% respecto de un año atrás y ha alcanzado un récord por encima de los 147 dólares el barril en el mes de julio. El precio del maíz, por su parte, se ha duplicado en los pasados 12 meses.



El director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, advirtió el pasado 7 de julio que la inflación en algunos países emergentes de América Latina "está descontrolándose". "En algunos países emergentes y de bajos ingresos, la inflación está descontrolándose. Esto quiere decir que la política monetaria probablemente deba ser ajustada", declaró Strauss-Kahn a un grupo de periodistas en Toyako, en el norte de Japón, en el marco de la cumbre del Grupo de los Ocho países más industrializados (G8). No precisó exactamente a qué países aludía, pero indicó que se trataba de naciones de América Latina y África. Strauss-Kahn advirtió a los líderes del G8, que "el crecimiento es una cuestión importante", pero que "la inflación es probablemente hoy la mayor amenaza para la economía mundial".



“Las expectativas de inflación se están moviendo consistentemente al alza”, explica David Alfredo Tuesta Cárdenas, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Y añade que “en los países donde los bancos centrales realizan y publican encuestas, se puede observar movimiento entre 0,5 y 1 punto porcentual al alza en las proyecciones de inflación a corto plazo y de 0,3 a 0,5 puntos en las proyecciones de inflación a dos y tres años para adelante”. La causa, dice, “proviene fundamentalmente del fuerte empuje que vienen dando el precio de los alimentos y los combustibles”.



Inflación por países



Si se observa de forma concreta cada país de la región, en Chile, las expectativas de inflación a corto y mediano plazo sufrieron un aumento significativo, según la última encuesta de Expectativas Económicas publicada por el Banco Central. En particular, en junio las perspectivas para final de año se incrementaron hasta el 7,5% interanual, que ha de compararse con el 5,5% estimado durante el mes pasado. Igualmente, las perspectivas a 1 y 2 años vista también empeoraran situándose en el 5,5 y 3,8%, respectivamente (desde el 4,5 y 3,5% en la anterior encuesta).



“Hoy por hoy, la inflación es una pesadilla para la economía argentina”, afirma Altina Sebastián González profesora de Finanzas de la Universidad Complutense de Madrid. Así, el índice de Precios al Consumo (IPC) de mayo alcanzó un 9,1% interanual, “porcentaje que para muchos argentinos claramente subestima la inflación real”. Además de las causas externas ya señaladas, según Sebastián, “tras este comportamiento subyacen causas internas, asociadas principalmente a un incremento del gasto interno a tasas superiores al 9% anual, que exceden de largo el crecimiento del PIB potencial, que según mis estimaciones se situaría en torno al 3,1-3,4% anual”.



Sergio R. Torassa, profesor de Finanzas de la Universidad Pompeu Fabra, explica que “el Gobierno encabezado por la Señora Kirchner está aplicando una política económica que pretende aislar a los ciudadanos de los efectos de la subida de precios internacionales y para ello ha implementado una batería de medidas que incluyen subsidios cruzados (hacia diferentes sectores de la cadena alimenticia, como la industria láctea y la avícola), sistemas de retenciones –que hasta esta semana incorporaban retenciones móviles para la soja, girasol, maíz y trigo y que dieron origen a una situación de gran conflicto con el sector agrícola-, y la prohibición o reducción en los cupos de exportaciones (carne vacuna, combustibles, trigo), privilegiando el abastecimiento local”. Sin embargo, considera que “estas medidas no están funcionando, como lo demuestra el hecho de que la inflación de alimentos y bebidas es prácticamente igual al nivel general, sin embargo, al observar la inflación subyacente, ésta resulta más elevada, sugiriendo que la mayor inflación se encuentra vinculada a causas internas”.



En la misma línea, Hugo A. Macías Cardona, profesor de la Universidad de Medellín e integrante de la Red Ecolatin, considera que “los mecanismos utilizados para controlar la inflación no están funcionando, estamos frente al agotamiento del esquema de ‘inflación objetivo’, que se viene aplicando en la política monetaria latinoamericana después de que se solucionó el problema de la hiperinflación”. Macías explica que con la ‘inflación objetivo’ “se pretendía hacer una coordinación de política macroeconómica para evitar que la inflación volviera a crecer mucho cuando las economías emprendieran una nueva senda de crecimiento”, pero considera que la política monetaria “se ha convertido en un freno al crecimiento y una fuente de inestabilidad y secesión”.



El IPC brasileño subió en mayo un 5,6% interanual, según datos oficiales del Gobierno, confirmando la tendencia al alza iniciada en junio del pasado año. Las razones que subyacen tras estos incrementos son, según Sebastián, “una demanda interna muy vigorosa (las ventas minoristas crecieron en marzo un 8,7%, las ventas de automóviles en más de un 38% interanual, etc.) acompañada del encarecimiento global de los precios energéticos y de los productos agrícolas”.



En Perú, la inflación no para de subir, situándose en un 5,4% interanual por octavo mes consecutivo, superando el límite superior del rango establecido como objetivo por el banco central andino. En Colombia, el IPC alcanzó un 7,2% interanual, el registro más alto desde hace 5 años. Panamá tiene una de las inflaciones más bajas entre los países de América Central aunque es la más alta que el país ha registrado en cerca de 25 años. La inflación en Panamá se aceleró a junio hasta situarse en el 9,6% interanual. Según explica Torassa, “en el caso concreto de este país, que usa el dólar como su moneda corriente, también ha recibido presiones inflacionarias por la debilidad de esa moneda en los mercados internacionales, que hace más costosas las importaciones que realiza en mayoría de Europa”.



México es el país que presenta el mejor comportamiento en materia de precios de toda América Latina ya que si bien la inflación repunta, lo hace a un ritmo muy moderado. Así en abril, siempre según datos oficiales, tanto el IPC como la inflación subyacente crecieron a un 4,5% interanual, algo por encima del guarismo registrado a fines del 2007. Evidentemente, destaca Sebastián, “el país no puede sustraerse al impacto del encarecimiento mundial de las materias primas, pero a su favor cuenta con un excelente comportamiento de los costes salariales unitarios – en febrero solo subieron un 1,4% interanual – y una productividad creciente”.



Factores inflacionistas



Al margen de la singularidad de cada uno de los países, para Macías existen factores específicos en el área que explican las subidas de precios al margen de los factores internacionales como el petróleo o los alimentos, como “el agotamiento del modelo de política monetaria que simplifica en exceso el funcionamiento del mercado y que no da cuenta de toda su complejidad”. “Este brote de inflación exige mayor creatividad en la política monetaria, que vaya más allá de controlar la cantidad de dinero en circulación y las tasas de interés”, mantiene.



Rafael Pampillón, profesor de IE Bussines School, destaca como un factor inflacionista concreto de la región la estrecha relación económica con Estados Unidos. “EEUU está padeciendo unas importantes subidas del IPC, consecuencia de la política de expansión monetaria que está llevando a cabo la Reserva Federal, y está exportando inflación a sus principales socios comerciales, como son los países de América Latina”, explica.



Peligros para el crecimiento



La fuerte subida de la inflación en Latinoamérica vendrá acompañada de consecuencias para la economía del área. Evidentemente, sostiene Torassa, “mayores tasas de inflación conllevan subidas de los tipos de interés, con la consecuente reducción del crecimiento económico. No obstante, América Latina se encuentra en esta ocasión, mejor preparada que en otras para afrontar con éxito la presente coyuntura”.



Macías explica que la inflación afecta negativamente a los ciudadanos más pobres, porque son los productos básicos los que están obteniendo los principales crecimientos y, además, ellos destinan un porcentaje mayor de su ingreso a productos que están subiendo de precio. También se afectan de manera sensible los deudores, dice, “especialmente los de la propiedad raíz, que ven incrementar sus cuotas y sus deudas, cuando la propiedad raíz ha dejado de subir de precio. Esta escalada de la inflación podría generar una nueva crisis hipotecaria. En el mismo sentido las empresas están presenciando un incremento sensible en sus costos financieros, lo que genera un efecto recesivo sobre la economía. La inflación puede generar una crisis hipotecaria y puede llevar al estancamiento económico a la región”.



Tuesta cree que el mayor riesgo es que la situación “termine provocando alguna espiral inflacionaria a través de la presión para incrementarse los salarios”. Pampillón recuerda que la región ha pasado “una primavera” económica con unos cinco años consecutivos de fuertes crecimientos económicos, una etapa que según él, “puede terminarse con esta altísima inflación y las respectivas subidas de tipos”.



La decisión de los bancos centrales



Ante estas previsibles consecuencias, ¿cuál es la posición que deben tomar los bancos centrales de la zona ante esta amenaza? Macías recuerda que durante los años ochenta hubo un cambio importante en la política económica de América Latina, en respuesta a los niveles muy altos de inflación generados en los períodos anteriores. “Los cambios fueron muchos y fueron muy complejos, pero uno de los más importantes fue que se decidió crear unos bancos centrales independientes, que tuvieran como función principal controlar la inflación, en detrimento de las variables ‘reales’ de la economía, como el nivel de producción y los niveles de empleo. El resultado es que la tasa de crecimiento de las economías durante los años ochenta y los años noventa fue inferior al crecimiento registrado en las décadas anteriores. Lo que está pasando es que se agotó el modelo, que el privilegio de la estabilidad y de las variables monetarias está generando serios problemas estructurales en términos de impedir un mayor crecimiento de la economía”.



Con el recuerdo de lo ocurrido años atrás, Macías considera que lo que los bancos centrales necesitan hacer actualmente es “coordinar sus decisiones con el resto de la política económica, lo que implica permitir que la inflación llegue a niveles superiores que los actuales para no causar una fuerte recesión y un incremento aún mayor del desempleo”. Y concluye diciendo que “institucionalmente esta posición es muy difícil para los bancos centrales, porque está por fuera de aquello para lo que están diseñados”.



A pesar de que un incremento del precio del dinero puede dañar el crecimiento económico de los países del área, Tuesta cree que los bancos centrales no debieran renunciar a su objetivo central de mantener la inflación bajo control. “La subida de tasas deberá ser por tanto prioridad en la búsqueda de controlar estas presiones inflacionarias incluso frente al riesgo de recesión. La historia latinoamericana señala que el riesgo de convivir con inflaciones al alza es a largo plazo mucho más dañino”, advierte.



La opinión de Pampillón es muy similar, ya que cree que los organismos reguladores de la política monetaria no tienen más remedio que subir los tipos de interés. “Corregir una economía inflacionaria es muy difícil. Además, cada vez hay un mayor consenso entre los economistas de que la estabilidad de precios es esencial para el crecimiento económico”, asegura.

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