Para un director profesional de empresas como él, experto en gobiernos corporativos, ser sancionado por no guardar reserva es posiblemente el más duro de los castigos. Hans Eben está sentado en el banquillo de los acusados por la SVS por manejo de información privilegiada en el caso D&S-Falabella. En este artículo se relata su bitácora personal, cómo armó sus redes de contacto y el rol que él ha jugado en esta historia cuyo final aún no está escrito.
Por Ximena Pérez Villamil y Fernando Vega
"Ligerito me vas a ver en primera página", le comentó Hans Eben a su mejor amigo de la universidad, Álvaro Beca, el sábado 5 de julio. El sancionado director de D&S por incumplimiento del deber de reserva había invitado a su compadre y padrino de su hijo -Hans Eben Ivanschitz- y a su mujer a almorzar a su casa en Santa María de Manquehue. Sin mediar pregunta, le explicó que la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) estaba investigando unas compras de acciones. Fue un momento privado en el que no hubo otros familiares, pero Beca no quiso preguntar más.
El 17 de julio se enteró por los diarios que su compañero de Ingeniería Comercial de la Universidad de Chile era uno de los ocho multados por la SVS, con un monto de 400 UF (poco más de $ 8 millones). Eben, un director profesional que llegó a ocupar 12 sillones en diferentes empresas, especialista en gobiernos corporativos que destacaba en la prensa las prácticas de buena conducta de D&S "(donde) nadie puede ir a almorzar con un proveedor y está prohibido aceptar un regalo", era castigado por incumplir una de las mayores, si no la mayor obligación de un director: mantener el silencio.
La SVS lo considera el nexo con otros tres de los multados -Vicente Aresti López, su yerno Alejandro Irarrázabal Ureta y su sobrino Eugenio Eben Aresti, todos ejecutivos de la arrocera Tucapel-, quienes habrían utilizado información privilegiada supuestamente entregada por Eben para comprar acciones de D&S antes de hacerse público el anuncio de la fusión con Falabella. Y de hacer una jugosa pasada al venderlas el 18 de mayo cuando la noticia apareció en los medios, aunque Aresti conservó el 52,7% de los títulos.
El origen del caso
Todo se inició por la ausencia de Eben a un directorio de Tucapel, el 10 de mayo de 2007, al que había comprometido su asistencia. Estaba en tabla una materia de gran relevancia y él no se presentó. A raíz de eso, Vicente Aresti, vicepresidente y socio de la arrocera, lo llamó insistentemente. Hubo, según la SVS, al menos dos conversaciones telefónicas. Eben aseguró al organismo que él devolvió un llamado a Aresti, "manteniendo la excusa, sin dar ninguna información ni indicio sobre los motivos de su inasistencia" y agregó que su respuesta generó "la irritación de la familia Aresti".
Vicente Aresti, en su declaración a la SVS, coincide: "En las conversaciones telefónicas no hubo transferencia alguna, expresa ni tácita, de información relativa al acuerdo entre D&S y Falabella". Afirma que se requirió la presencia de Eben (al directorio) en dos oportunidades, "quien se excusó sin dar razones especiales, no siendo ello algo excepcional atendidas las diversas actividades profesionales del mismo".
Existe, sin embargo, un matiz de diferencia en los dichos de ambos. Mientras Aresti sostuvo que no era inusual que Eben se ausentara a un directorio de Tucapel, éste afirmó que nunca había faltado a una reunión de la mesa. De ser así, su ausencia debió haber provocado sorpresa. Nadie sabe cuánto pudo haber insistido Aresti en saber la razón de la inasistencia de Eben al directorio, ni qué le respondió éste a sus preguntas. Varios entrevistados especulan que todo pudo haber surgido por conjeturas acerca de su inasistencia.
Sin embargo, según la SVS, Vicente Aresti -quien recibió la mayor multa (US$ 1,6 millón)- compró acciones de D&S incluso utilizando crédito. El organismo regulador destaca que Aresti actuó "de manera coordinada" con Eugenio Eben Aresti y Alejandro Irarrázabal.
El lunes, en el directorio de Icare, el caso fue uno de los grandes temas que se analizaron, revela un director que asistió al encuentro. Roberto Méndez, el director de Adimark que invitó a Eben a integrar la mesa de Icare en 1993, afirma que "hay una imprudencia muy grande de esas personas que hicieron estas inversiones y más aún porque fueron grandes montos de dinero". Defiende a brazo partido a Eben: "De mi experiencia de haber compartido directorios con él en el Banco Santander y en la AFP Bansander por varios años, creo que es imposible que haya entregado información privilegiada. Siempre lo vi como una persona prudente y reservada en los temas que requerían reserva".
Junto con entrar como director a Icare, Eben asumió como presidente del Círculo de Marketing, el más antiguo de los cuatro que posee el organismo.
Por otra parte, el martes pasado se suspendió la reunión ordinaria de directorio de Tucapel. La razón, según la empresa de comunicaciones Azerta, es que dos directores estaban fuera del país. Otra interpretación sostiene que Aresti, su yerno y su sobrino estarían preocupados de preparar las apelaciones, pues tienen 10 días hábiles para apelar. No hay nueva fecha fijada para el directorio, en el que Eben participa desde hace siete años.
D&S: apoyo y rechazo
En D&S las cosas tampoco han sido fáciles para Eben. Al respaldo público entregado por el presidente de la empresa, Felipe Ibáñez, se sumó la sorpresiva carta de su hermano Nicolás apoyando la actuación de la SVS. A su llegada a Chile, el martes pasado, La Segunda citó fuentes cercanas a Nicolás Ibáñez diciendo que si bien respaldaba en lo personal a Eben, "considera que debió renunciar a la vicepresidencia de D&S para no mezclar el caso con la empresa y así no perjudicarla".
"Hans estaba muy preocupado, porque Nicolás Ibáñez le estaba pidiendo la renuncia por el diario", sostiene un cercano a Eben que habló ese mismo día con él. Sin embargo, el miércoles la situación cambió. Extend Comunicaciones, la firma que maneja la cuenta de D&S, informó que el director cuenta con el apoyo de ambos hermanos Ibáñez y que no está prevista su renuncia. Ni por parte de la empresa, ni por deseo del propio Eben.
"Hace un año entré al directorio de D&S y puedo decir que es un tipo que aporta mucho, se mete en los temas, tiene un rol activo en la compañía. Preside el comité de personal, que se encarga del área de Recursos Humanos. Puedo dar fe que es serio y honesto. Yo le creo a él hasta que me demuestren lo contrario", señala el economista Felipe Larraín, quien se encontrará con Eben el próximo martes, a las 10, en la reunión de directorio de D&S.
Éste es, sin duda, el sillón más importante del ingeniero comercial de 65 años, que hace cuatro sufrió un cáncer que obligó a extirparle gran parte del estómago. Por esa razón, bajó de peso y debe alimentarse con raciones pequeñas, sin dejar pasar muchas horas.
Eben fue el negociador de D&S con Falabella para el proyecto que pretendía crear el segundo mayor retailer de América Latina. Su amigo Álvaro Beca recuerda que después de hacerse público el anuncio, se lo topó "y me contó que él había sido quien había armado el negocio y estaba feliz y orgulloso". Un testigo del proceso sostiene que, a diferencia de Alfredo Moreno, que representaba a Falabella y tenía plena autonomía, Eben podía demorar una decisión, porque siempre consultaba a los Ibáñez. "Nunca los contradijo", comenta.
Llegó a sentarse a la mesa de la cadena en 1998, nombrado por los dos hermanos por su calidad de director profesional. Más tarde fue miembro del consejo superior de la Fundación Adolfo Ibáñez, donde conoció a Manuel Ibáñez Ojeda, el padre de Nicolás y Felipe.
De Gillette a Icare
Eben fue uno de los 10 mejores alumnos de su promoción en la Universidad de Chile. Al egresar, en 1967, postuló, a través de la Facultad de Ingeniería Comercial, a la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas para obtener una práctica pagada en Estados Unidos. Fue seleccionado por Gillette. Partió por tres meses a Boston y terminó quedándose 30 años en la compañía. Después de tres años en esa ciudad estadounidense, lo enviaron a abrir una sede para Centroamérica en Guatemala, luego a hacer lo mismo en el Caribe con asiento en Jamaica. Y en 1976, a los 33 años, asumió como gerente general de la firma en Chile. "Era una brutalidad, un riesgo que no sé cómo corrieron. Yo de puro susto tripliqué las ventas ese año. Los gerentes me dijeron que yo era un fenómeno. Estaban equivocados, acá no había nada y, por lo mismo, se vendía todo", sostuvo en una entrevista a revista Capital en 2003.
Gillette fue durante décadas el símbolo del marketing sofisticado y líder mundial en productos de afeitar para hombres. Amplió sus líneas hacia desodorantes, aftershaves, colonias e ingresó al mercado de las lapiceras con Parker. Fue la mejor escuela para un hombre que, desde la universidad, le gustaba el marketing. En aquella época, el ramo se enseñaba como comercialización y, según recuerda Beca, "había un profesor de apellido Fletcher que tenía una suerte de centro de estudios de marketing y Hans entró".
De Chile lo mandaron a México, donde se encontró con una compañía desordenada, mal gestionada. En cinco años la sacó adelante. Entonces, pensó renunciar, viajó a Chile y recibió una oferta del grupo BHC para ser director de marketing. Cuando informó a Gillette, le hicieron una contraoferta irrechazable: ser gerente general de toda la región y con sede en Chile.
Ocupó el cargo entre 1981 y 1997, cuando, a los 55 años, jubiló. Pero ya había comenzado a armar una red de contactos que le permitió convertirse, gracias a Icare, en uno de los rostros más conocidos del marketing. Y por sus exposiciones entretenidas, con sentido del humor e ironía, en uno de los conferencistas más apetecidos.
Supo aplicar para sí mismo las fórmulas básicas de su especialidad: compró dos pisos en el edificio vecino a la embajada británica, en Gertrudis Echenique, e invitó a compartir en comunidad de techo a hombres de renombre y trayectoria. A la sociedad, llamada irónicamente El Descanso, entraron Vittorio Corbo (compañero suyo en la Chile), Canio Corbo, Ernesto Tironi, Giorgio Maschietto (ex cabeza de Lever en Chile), Andrés Sanfuentes, Vicente Aresti y Mauricio Larraín. Hasta 2000 era común verlos con regularidad, pero con el tiempo muchos dejaron de ir a la oficina que, dicho sea de paso, cada uno le compró a Eben. "Con ninguno de ellos hago negocios, pero tenemos mucho intercambio de información, mucha sinergia, lo pasamos regio", declaraba en 2003.
El ex director de Icare y empresario Heriberto Urzúa sostiene que "debe estar muy mal, porque en el fondo le sacaron una multa por algo que no iba en su beneficio. Hans conoce los gobiernos corporativos, cómo manejar los directorios de empresas para agregarles valor, cómo manejar la información. Para mí, esto ha sido sorprendente. Hans es muy informado, pero no significa que diga cosas que no corresponden". Destaca su paso como presidente de Icare entre 2003 y 2005. "Cambió la oficina del centro al edificio del nuevo Club La Unión, en El Golf, organizó una jornada de reflexión Chile piensa en Chile, a la que invitó a expertos en educación, finanzas, porque siempre está pensando cómo sacar al país adelante", rememora.
Conocido por su buena memoria, no olvida jamás un nombre, pregunta por la familia, se acuerda de las anécdotas que le han contado. Como lo describe un empresario, es un hombre que se mueve con un sentido político, un rasgo muy característico de quienes trabajan en multinacionales.
En noviembre del 2002 Eben fue elegido como el "mejor de los mejores del 2002" por la Asociación de Ingenieros Comerciales de la Universidad de Chile (ICU). "Veo a tantos amigos y empresarios destacados, que no me cabe duda que muchos de ustedes deberían estar acá arriba. Es más, estimo que el 40 por ciento del PIB chileno se encuentra reunido en esta ceremonia, por lo tanto, seré breve para no afectar la economía del país", dijo sacando carcajadas al público.
Los 12 sillones
Estando en Gillette, Eben planificó su futuro. Sería un director profesional de empresas. En 1996 se sentó en la mesa del Banco Santander, gracias a su cercanía con Mauricio Larraín, a quien conoció porque entraron juntos como directores a Icare. Estuvo hasta 1999, pero luego siguió en la AFP Bansander hasta el año pasado cuando fue comprada por ING.
Prosiguió en 1998 con LAN y Telefónica. A la primera entró por su amistad con el fallecido Boris Hirmas, con quien hizo buenas migas cuando estaba en Guatemala, ya que Hirmas le vendió una empresa a Gillette y juntos firmaron el acuerdo. También fue director de la sociedad Tres Mares, de la familia Hirmas.
A la Telefónica llegó por su compañero de universidad, Claudio García, entonces presidente de la compañía, también fallecido. "Cuando entró nadie lo conocía, porque había vivido mucho tiempo afuera. Se fue en 2005, cuando asumió Bruno Philippi como presidente. Él lo sacó, porque no era parte de su grupo", comenta un ex ejecutivo de Telefónica.
Otro de sus sillones fue el de Ultramar -la naviera de los Von Appen- y su filial Sitrans. Se dice que ingresó por su calidad de director profesional, no por amistad, pese a que Eben tiene padre alemán y habla el idioma perfecto. A estas alturas, Sven Von Appen lo considera "un amigo de muchos años", como lo manifestó en una carta al director, en la que calificó la sanción a Eben como "altamente injusta". E hizo referencia a sus "magnánimos principios en el deporte del tenis", el que Eben practicó con éxito en el Estadio Manquehue hasta sufrir de cáncer. También es socio del Club de Golf Los Leones y participa en los directorios de Virutex Ilko, la firma de artículos de limpieza de los hermanos Tomás y Roberto Münzer; y en el de Sencorp, la inmobiliaria de Abraham Senerman. BO Packaging completa la lista.
"Mi hermano está impactado"
"Mi hermano está súper impactado. Lo mismo la familia Aresti y la mía, porque está involucrado mi hijo Eugenio. Yo estoy del lado de todos. Tanto de Hans, quien tiene una trayectoria ética intachable, de mi cuñado Vicente Aresti López, a quien conozco hace 40 años y es de una lealtad y una ética heredadas de mi suegro. De Alejandro (Irarrázabal), a quien conozco desde que casó con Macarena Aresti (hija de Vicente). Y que a mi hijo, que toda la vida ha comprado acciones, le pase esto es muy doloroso". Las palabras de Eugenio Eben, el mayor de los cuatro hermanos (Hans es el segundo), reflejan lo compleja de una situación que cruza a dos familias y que lo tiene a él con un pie en cada una.
Desde Molina, donde ha vivido desde que se casó con Begoña Aresti López, cuenta que, a través suyo, Hans se ligó a la familia dueña de la arrocera Tucapel, de la viña Aresti, de Master Dog y Master Cat y negocios frutícolas.
"Don Vicente Aresti Astica (fundador del grupo) lo llamó para que entrara al directorio", cuenta Eugenio Eben, gerente de producción de la viña Aresti, quien estudió fruticultura y vinicultura en la Universidad de Weinsberg, en Stuttgart, Alemania, donde vivió seis años.
Se enteró por la prensa del caso, ya que estaba descansando en el lago Vichuquén. "Llamé a mi hijo, a Hans, a Alejandro y a Vicente y les di todo mi apoyo. Les dije que encontraba tremendo lo que estaba pasando, porque la ética que yo sé que tienen no cambia en base a presunciones", agrega quien hoy es presidente de la Ruta del Vino de Curicó.
Reconoce que su familia es algo fría por su origen alemán, por lo que se ve poco con sus hermanos y desde que se publicaron las sanciones de la SVS sólo ha hablado dos veces con Hans. "Pasa mucho tiempo en que no sabemos uno del otro. Mi señora siempre me reclama que soy muy alemán con mi familia", comenta.
Eugenio, su padre, llegó de Alemania en 1938 a hacerse cargo del Banco Alemán en Valparaíso, donde conoció a su mujer, Adriana Oyanedel. La pareja se trasladó a Santiago, donde nacieron los cuatro hijos: Eugenio, Hans, Mónica y Walter. A fines de 1944, el gobierno chileno requisó los bienes alemanes debido a la Segunda Guerra Mundial y el banco cerró.
"Uno de los clientes era Alejandro Dusssaillant, dueño de la viña Casablanca, una de las más grandes del país, afincada en Molina. Él convenció a mi padre de quedarse y trabajar con él. Allí estuvo hasta 1957, cuando la viña quebró", dice. Mientras, él y sus hermanos estudiaban en el Colegio Alemán en Santiago.
Después, el padre se dedicó junto al español Ramón Royo a fabricar la sidra La Siconesa y el champán Metropolitan. Murió en 1970. Su madre está viva y tiene 94 años.
Eugenio Eben cuenta que Hans no es amigo de Vicente Aresti López, el vicepresidente de Tucapel, pero sí de su padre del mismo nombre que, por estos días, está en Estados Unidos.
"Yo sólo sabía que había un tema de compra de acciones, pero nunca conocí la magnitud, ni los valores, ni las fechas. Este es un asunto que mi cuñado Vicente, mi hijo y Alejandro Irarrázabal han manejado en Santiago. Yo con la Begoña (su mujer) vivimos otra realidad en Molina", dice. Hoy su hermano es el hombre más golpeado por el caso.
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