viernes, 21 de septiembre de 2007

Empresas translatinas, las nuevas conquistadoras de América

“La vida da muchas vueltas”, asegura el refranero español. Una frase que ilustra perfectamente el reciente auge de las llamadas “empresas translatinas”, compañías privadas de América Latina que no sólo están expandiéndose por los países vecinos, sino que también están cruzando las fronteras regionales para conquistar el próspero mercado de EEUU e, incluso, prueban suerte en Europa o Asia. De conquistadas a conquistadoras. Así ha cambiado la mentalidad de las grandes empresas latinoamericanas. Universia-Knowledge@Wharton explora las particularidades y retos de este fenómeno.

La última translatina en dar la campana ha sido la mexicana Cemex, que adquirió la cementera australiana Rinker el pasado julio, colocándose así en el primer lugar mundial en la venta de materiales para la construcción. De esta manera, la facturación de la mexicana, que desembolsó 14.600 millones de dólares por la australiana, superaría en casi un 2% a la francesa Lafarge, cuyas ventas sobrepasan los 15.000 millones de dólares al año. Pero éste no ha sido el único movimiento protagonizado por una empresa mexicana en los últimos tiempos.

En 2006, el grupo financiero Banorte se hizo con el 70% del Inter National Bank (INB) en EEUU y, a principios de 2007, adquirió el 100% de las acciones de la empresa estadounidense de remesas UniTeller por 19 millones de dólares. América Móvil, propiedad del magnate mexicano Carlos Slim, ha seguido con su particular conquista de América Latina y, actualmente, es proveedora de telefonía móvil en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Colombia, Perú, Brasil y Chile, entre otros países. A mediados de 2006, la empresa compró los activos de la americana Verizon en Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico, en una operación valorada en 3.700 millones de dólares. La compañía de Slim mantiene una lucha encarnizada con la española Telefónica para dominar el mercado regional de las telecomunicaciones.

Por su parte, las mexicanas de alimentación Bimbo y Gruma, que ya habían consolidado sus posiciones en América Latina, Estados Unidos y Europa, han iniciado ahora inversiones en Asia, principalmente en China, Japón y Australia.

Las empresas brasileñas tampoco se han quedado atrás en esta fiebre colonizadora. Vale do Rio Doce (CVRD) compró el año pasado la canadiense INCO por 16.700 millones de dólares, convirtiéndose así en la segunda mayor empresa minera del mundo. En este mismo año adquirió la productora de carbón australiana AMCI por 662 millones de dólares. Embraer, uno de los mayores fabricantes de aviones del mundo, la petrolera Petrobras o el banco Itaú, que adquirió activos de BankBoston en varios países latinoamericanos, son algunos de los campeones brasileños más activos en este proceso de internacionalización.

En Chile, empresas minoristas como Falabella o Ripley ya están abriendo las puertas de sus comercios hacia otros países de América Latina. En Colombia, el grupo Nacional de Chocolates adquirió empresas de alimentos en Costa Rica, Panamá y Perú en 2006. La también colombiana Cementos Argos, líder en la industria cementera del país y quinta en el sector en América Latina, lleva ya varios años de compras por Estados Unidos.

Éstos son sólo algunos ejemplos del nuevo fenómeno de las translatinas que, en su proceso de internacionalización, están siguiendo tres caminos diferentes: conquistar los mercados de países vecinos; introducirse directamente en EEUU (por su tamaño y los aspectos culturales) sin pasar por otros mercados regionales; y, en casos más excepcionales, adentrarse en Europa y Asia. Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor del IE (España), explica que, a parte de dos o tres translatinas que ya son gigantes mundiales como Cemex, Vale do Rio Doce o Embraer, “nos estamos encontrando con pequeñas empresas más embrionarias que saltan de país en país, extendiéndose por la región. Lo sorprendente es que no hubiera ocurrido hasta ahora”, dice.

El cambio de mentalidad es la clave
Este giro se ha producido por el actual cambio de mentalidad “resultado de muchos años de acumular capacidades y de aprender a cómo competir”, añade Mauro F. Guillén, Director del Lauder Institute en la Wharton School. Las empresas latinoamericanas “están en vanguardia de sus respectivos sectores, tal y como lo demuestran los casos de Cemex, Vitro (vidrio), Modelo (bebidas), Cisneros (comunicación), Embraer, Concha y Toro (vinos), Techint (acero), entre muchas otras”, apunta. El fenómeno, en realidad, “lleva produciéndose desde hace unos diez años, pero llama más la atención ahora porque estas empresas han llegado a posicionarse correctamente en los mercados internacionales”.

Para Dr. Carlos Ronderos Torres, economista y ex Ministro de Comercio Exterior de Colombia, la clave reside en que “se superó el miedo a la escasez de divisas que rondó las economías latinoamericanas hasta principios de la década de los noventa. Los países y las empresas entendieron que era importante no sólo atraer inversión, sino invertir y que ello, lejos de ser un desangre de divisas, es una fuente de divisas”. Ronceros cree que este fenómeno no se había producido hasta ahora “por miedo, por aislamiento y por parroquianismo, y porque los mercados regionales protegidos no habían sido copados. Ahora, tienen necesidad de trascender esos mercados”.

Según Martínez Lázaro, los procesos de liberalización económica han permitido que igual que compañías extranjeras se hayan instalado en América Latina, las de la región salgan fuera. A partir de ahora, este salto internacional se producirá con mayor frecuencia porque “muchas compañías son conscientes de que operan en mercados pequeños y no tienen posibilidad de crecimiento porque compiten con otras multinacionales estadounidenses, asiáticas o europeas. Si quieren crecer, están obligadas a salir fuera. Es un fenómeno que, como ocurrió en España hace diez o doce años, ahora cobra fuerza en Latinoamérica”.

El profesor del IE considera que son necesarias tres características para que dicha expansión sea satisfactoria: En primer lugar, contar con recursos humanos y financieros importantes; en segundo lugar, tener una capacidad de gestión, que actualmente se está profesionalizando en América Latina; y, tercero, contar con un concepto, un producto, una marca que no tenga que estar ligado a los recursos naturales de los que dispone el país, que es lo que siempre ha ocurrido hasta ahora. “Antes, contábamos con grandes empresas latinoamericanas, pero estaban centradas en la extracción de recursos energéticos o minerales, como la mexicana PEMEX (petróleo y gas) y la venezolana PDVSA (petróleo y gas) o la chilena Codelco (minería). La novedad es que están surgiendo empresas privadas al margen de esto y en conceptos distintos de lo que estaban haciendo”. Martínez Lázaro hace referencia, por ejemplo, a las cadenas de restauración como la guatemalteca Pollo Campero, que se está instalando en EEUU y quiere ir a Asia, o los cafeteros colombianos que están avanzando en la cadena de valor al crear cadenas de cafeterías como Juan Valdés donde colocan su producto.

Romper tabúes
La mayoría de los expertos coinciden en señalar que el avance de las translatinas es un proceso imparable. Aunque Ronderos tiene un punto de vista menos optimista y advierte que lo que parece que “está sucediendo es que cuando se expanden se vuelven atractivas para las grandes multinacionales y las absorben. El caso de la cervecera Bavaria (Colombia) que adquirió SABMiller (Sudáfrica) es un ejemplo de ello”. Por eso, para ellas, “el mayor reto es competir con los verdaderamente grandes y subsistir más allá de esquemas monopólicos y de protección que han hecho de algunas de estas empresas grandes conglomerados. El mercado latinoamericano sigue siendo muy protegido (aranceles, monopolios estatales, concesiones)”, admite.

Sin embargo, para Martínez Lázaro la posibilidad de que, al final, estas empresas sean absorbidas no representa un problema, sino todo lo contrario. “Bavaria era una empresa bastante interesante que ha sido adquirida por mucho dinero. Es parte del juego: compañías mexicanas compran compañías australianas, compañías brasileñas compran compañías canadienses, y viceversa. Creo que es positivo. Si vienen a comprar algo que tú tienes, y te pagan mucho por ello, es porque has creado algo importante”.

Para Martínez Lázaro, lo realmente destacable de este fenómeno “es que mientras antes sólo eran las multinacionales españolas o norteamericanas las que compraban empresas latinoamericanas, en un camino prácticamente unidireccional, ahora empresas latinoamericanas empiezan a comprar empresas del primer mundo”. Y en este viaje, según su opinión, las grandes translatinas tendrán que enfrentarse a los mismos retos que el resto de las grandes compañías, sean mexicanas o de otro país. Las pequeñas, en cambio, encontrarán limitaciones en la obtención de recursos financieros. “Los sistemas financieros en América Latina no son tan perfeccionados como en Europa o en EEUU. Muchas veces conseguir la financiación es más complicado, por eso algunas empresas se están financiando en España a través de Latibex (mercado de valores latinoamericanos en euros)”, explica.

Por otro lado, añade que hay que “profesionalizar la capacidad de gestión. Ya se está trabajando en este sentido y, hoy en día, hay gente latinoamericana formándose en temas de gestión tanto en universidades propias como en Europa o EEUU”. Así, considera que “va creando un caldo de cultivo que, en algún momento, iniciará un proceso de ebullición. Yo creo que este proceso ya ha empezado. La profesionalización de la gestión es lo que ha hecho que las empresas españolas hayan tenido ese deseo o capacidad de internacionalizarse”, señala estableciendo un paralelismo con el caso español.

Además, el profesor del IE comenta que los productos o servicios procedentes de América Latina parten de una ausencia de imagen en determinados sectores industriales, de servicios… “Si pensamos en ron cubano podemos pensar que es un producto de calidad, pero si vemos un producto tecnológico procedente de algún país latinoamericano quizás nos cueste más asumirlo. Y habrá que romper con esos tabúes, con esas barreras”, apunta.

Europa, asignatura pendiente
Por su parte, Guillén cree que estas empresas tendrán que hacer frente al reto de “seguir creciendo, capear las posibles crisis financieras o económicas, y plantearse si quieren estar presentes en Asia”. En cuanto a los mercados en los que las translatinas tienen puesto el punto de mira, Ronderos considera que “estas empresas estarán interesadas en hacer inversiones en mercados con los que tengan tratados de integración, bien sean de Libre Comercio o BIT (Bilateral Investment Treaties)”. El mercado estadounidense es un objetivo más que probable ya que, tal y como explica Martínez Lázaro, para ciertas empresas mexicanas, por ejemplo, se trata de una mezcla entre un mercado regional y otro local.

Sin embargo, añade que una de las asignaturas pendientes de las translatinas es incrementar su presencia en Europa. Desde el punto de vista de inversión directa, dice que la presencia de estas empresas ha sido escasa. Aunque algunas compañías, como América Móvil, “ronda el mercado de las telecomunicaciones europeas y, en algún momento, dará el salto al viejo continente, además de seguir creciendo en su mercado natural”, advierte.

El profesor del IE señala, no obstante, que muchas translatinas están utilizando España como puerta de entrada o base de operaciones para sus negocios europeos, “gracias a su afinidad cultural e idiomática, a sus excelentes comunicaciones y a la existencia de Latibex”. Algo de lo que él cree que el país debería sacar más partido.

Empleos y beneficios para la población
La pregunta del millón es si esta expansión vendrá acompañada con beneficios para la población del continente. Guillén no lo duda: “La historia demuestra que las multinacionales benefician a su país de origen, puesto que en él se suelen crear puestos de trabajo más sofisticados”. Por su parte, Ronderos es más cauteloso. “En la medida en que la expansión surja de privilegios, los beneficios serán pocos. Habrá beneficios si esas empresas compiten abiertamente en los mercados latinoamericanos”, dice.

Para Hugo Macías Cardona, Coordinador del CIECA (Centro de Investigaciones Económicas, Contables y Administrativas, de la Universidad de Medellín), no se producirán beneficios de manera directa porque las translatinas tienen una propiedad muy concentrada. Obviamente, dice, “los desarrollos de nuevos servicios aumentarán la calidad de vida de la población, pero esto también ocurriría si las empresas en expansión fueran originarias de regiones diferentes”.

En cuanto a los profesionales que demandarán estas empresas, Ronderos cree que se solicitarán “ejecutivos de talla mundial sin distinción de nacionalidad. Si bien puede haber una preferencias por los nacionales del origen de la empresa, lo cierto es que cada vez más la consideración de nacionalidad esta siendo relegada”. Evidentemente, “estas empresas van a contratar a directivos con miras y experiencia globales”, añade Guillén.

Macías explica que en Brasil, México y Argentina, los países de mayor tamaño en la región, así como en Chile y Venezuela, cada vez las empresas requieren más ejecutivos con perfiles multiculturales, “que en buen número de casos son nacionales que han pasado temporadas extensas de su vida en otras regiones”. En estos países, “la presencia de extranjeros en el mercado laboral es más habitual que en los países con economías más pequeñas. América Latina está avanzando en el tema de la multiculturalidad y esto se evidencia en los directivos de las empresas translatinas”, concluye.

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