La moda europea parece haber encontrado la estrategia para el vencer el panorama adverso.
El pasado 8 de
marzo, las filas afuera de las tiendas de H&M en España eran de cuadras. En
el momento que abrieron las puertas, cientos de ansiosas compradoras se
empujaron para entrar y tomaron cuanto pudieron de los estantes, mientras que
otras no dudaron en sacar la ropa de los maniquíes o de las vitrinas.
De ir a
los probadores, ni hablar, directo a la caja. Todo por conseguir una prenda de
la colección de la firma italiana Marni para la marca sueca. “Las prendas se
agotaron en 5 minutos en las 261 tiendas donde estuvieron disponibles”, explicó
el encargado de comunicaciones de H&M, Toni Sánchez.
Aunque esta
situación se contradice con la crisis económica europea que afecta al Viejo
Continente desde mediados del año 2008, lo cierto es que la industria de la moda
no se ha liberado de sus negativos efectos. Los coletazos del sobreendeudamiento
europeo también llegaron hasta pequeñas tiendas, grandes cadenas del retail e
incluso las maisons de la moda más importantes.
Uno de los casos
más emblemáticos fue el cierre del departamento de alta costura de la casa
francesa Christian Lacroix en el año 2009, tras declararse en bancarrota.
“Nosotros queremos continuar, pero las dificultades inherentes a la crisis en el
mercado del lujo redujeron considerablemente nuestros ingresos”, declaró el
presidente de la marca, Nicolas Topiol.
La suerte de
Lacroix también la corrió el grupo Arcadia, un gigante del retail inglés
propietario de marcas como Topshop, Dorothy Perkins, Topman y Burton, que a
fines de 2011 anunció el cierre de 260 tiendas en un plazo de tres años a causa
del endeudamiento. Otras marcas más pequeñas como El Delgado Buil y David Delfin
también debieron despedirse de la industria, mientras que varias de las que
subsisten han debido enfrentar una disminución considerable de
ingresos.
El escenario es
adverso, pero el negocio de la moda, parece haber encontrado una buena
estrategia para enfrentarlo. A través de alianzas entre diseñadores de primera
línea y marcas masivas, también llamadas ‘fast fashion’. “Ellos aportan con su
nombre y una propuesta creativa novedosa que refresca la firma con que se alían,
mientras que las marcas low cost ofrecen una vitrina amplia y un público
masivo”, explica Alejandra Gardiazabal, profesora del curso Proyecto de
Colecciones del Duoc UC.
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