martes, 8 de diciembre de 2009

Pacto climático exigirá cambios de fondo a las empresas

Si se acuerda reducir las emanaciones de gases efecto invernadero, las compañías productoras o fuertes consumidoras de energía tendrán que reconvertirse. Se tendrán que invertir US$ 500.000 por año en energía limpia en los próximas 20 años.
Junto a los miles de políticos, funcionarios, miembros de organizaciones ambientales y periodistas que participarn de la cumbre climática en Copenhague, muchas de las compañías más grandes del mundo están cerca atentas al encuentro.
Las que no viajaron a Copenhague dudan del valor del viaje, sospechan que será más para alimentar el ego de sus ejecutivos que para servir los intereses de los accionistas; en particular desde que se reconoció que el acuerdo más sólido que puede obtenerse en la reunión será un pacto político, y que Copenhague es parte de un proceso, no un destino final.
Sin embargo, las compañías saben que deben mantenerse cerca de la escena, para estar al tanto de las negociaciones y para tratar de influir en el resultado. El encuentro podría tener implicancias para todos los sectores de las economías.
La Agencia Internacional de Energía afirmó que, para limitar las emanaciones de gases de efecto invernadero, el mundo necesita una revolución en el abastecimiento energético. Y que se tendrán que invertir US$ 500.000 por año en energía limpia en los próximas 20 años.
Si, después de Copenhague, el mundo toma el sendero de la reducción en las emanaciones, las medidas tendientes a cumplir con la inversión anual de US$ 500.000 tendrán que ponerse en marcha rápidamente.
Según New Energy Finance, un grupo de investigaciones, la inversión global en energía limpia será de US$ 110.000 millones este año. Su pico del año pasado fue de sólo US$ 155.000 millones, menos de una tercera parte de lo que se necesitará.
Esa elevada inversión exigirá cambios fundamentales en el escenario corporativo, en particular para las compañías que son productoras o fuertes consumidoras de energía. Eso otorga a esas empresas una buena razón para seguir muy de cerca el debate en Copenhague.
El impacto de la cumbre se sentiría en forma más inmediata en la Unión Europea, donde se afirmó que si se llega a un acuerdo climático internacional, se subirá la meta de reducción de emanaciones del ya difícil 20% al 30% para 2020.
Para la industria energética, eso significaría un enorme esfuerzo adicional en la construcción de generación renovable –como la eólica y solar–, más plantas nucleares, biocombustibles más avanzados y mayor eficiencia energética.
También significará cambios radicales en otros sectores europeos como el automotriz, que se verá impulsado a fabricar autos más eficientes en el consumo de combustible, y vehículos híbridos y eléctricos. Las industrias que consumen mucha energía, como la siderúrgica, probablemente reciban mayores presiones. El transporte aéreo, que por primera vez ingresa en el sistema europeo de límites de emanaciones, tendrá que hacer un mayor ajuste.

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