Pero en 2007 las cosas empezaron a ir mal.En noviembre la compañía anunció que por primera vez el tráfico de consumidores a sus tiendas en EE.UU. había caído. Se trataba de un declive de solo el 1%, pero para una cadena que venía creciendo aceleradamente cada año, ese estancamiento fue suficiente para hacer sonar las alarmas.Adicionalmente anunció su primera campaña publicitaria en TV. Otra señal de alarma: Starbucks siempre se había jactado de no necesitar campañas publicitarias.Finalmente el mercado reaccionó ante esas alarmas y castigó a Starbucks haciendo que sus acciones cayeran más de 40% en 2007. La dificultad fue tal que Howard Schultz tuvo que retornar a la empresa como CEO en enero de 2008.Las renuncias siguieron y la directora general de Starbucks para EE.UU. renunció la semana pasada (el 12 de marzo de 2008).¿Por qué Starbucks dejó de ser una compañía exitosa?Nuevamente la explicación no está en los productos, sino en el marketing.Enfocada en una expansión frenética, la compañía comenzó a descuidar algunos elementos claves de su posicionamiento.Por ejemplo, reemplazó la producción de cafés, que se hacía de manera manual, por máquinas automáticas. Ese solo hecho, que a primera vista parece algo trivial e incluso natural para reducir los costes e incrementar la eficiencia acelerando la velocidad del servicio, contribuyó a debilitar el atributo clave de Starbucks: la experiencia de tomar un café.Los atributos emocionales se sustentan en experiencias sensoriales, al igual que los atributos racionales, pero el vínculo entre las acciones y las emociones que producen es más difícil de identificar en los atributos emocionales.En el caso de Starbucks, parte de la experiencia consiste en la elaboración del café, no solo en su ingesta. Con una máquina automática se pierde ese aspecto “teatral” que proveía mucho del romance de la preparación del café, y como las nuevas máquinas eran muy altas no dejaban ver el proceso, con lo cual se eliminó la íntima relación entre el “barista” (quien prepara el café) y el consumidor. En resumen, al no ver la preparación artesanal del café se eliminó la acción que generaba gran parte del atributo emocional de Starbucks: “ojos que no ven, corazón que no siente”.Sin ese atributo emocional, ¿cómo justificar el extremadamente alto precio de una taza de café?Otro ejemplo fue el cambio en la manera de distribuir el café. Con la necesidad de distribuir café fresco a todas las ciudades de EE.UU., Starbucks comenzó a usar empaques asépticos que aislaban el café de los sabores provenientes de cualquier material cercano. Un resultado indirecto fue que los consumidores ya no podían sentir ese aroma tan característico del café cuando entraban a un Starbucks, que resultaba de recolectar el café de grandes recipientes justo antes de ser preparado.Lo mismo ocurrió con el diseño de los locales, que por buscar economías de escala perdió ese ambiente cálido de pequeño café de barrio.En un memorándum que Howard Schultz le envió al CEO de Starbucks a comienzos de 2007 lo advirtió claramente: “hemos tomado algunas decisiones que, en retrospectiva, han diluido la experiencia Starbucks y han ‘comoditizado’ nuestra marca”.En ese contexto, McDonalds y Dunkin’ Donuts vieron una oportunidad en la debilidad de Starbucks y revitalizaron sus propias líneas de café gourmet, ofreciendo un café premium a un precio aceptable.De esta manera, Starbucks quedó aprisionado en un efecto doble: debilitó su propuesta de valor al erosionar su atributo clave, mientras que la competencia comenzó a igualar esa propuesta de valor con un café que si bien era levemente inferior, costaba sustancialmente menos.En resumen, la diferencia entre tomarse un café en Starbucks y hacerlo en McDonalds dejó de ser suficiente para justificar la diferencia de precios.Haciendo el problema aún peor, la frenética expansión que llevó a abrir seis Starbucks cada día, provocó que las tiendas comenzaran a competir entre si, saturando ciertos mercados y canibalizando el negocio.Todo esto saltó a la luz cuando la compañía anunció a fines de 2007 que por primera vez el tráfico a sus tiendas había bajado 1%. El descenso en el tráfico ha continuado, y en el primer trimestre de 2008 bajó un 3%.
Para intentar cambiar la situación, Starbucks echó a su CEO y trajo nuevamente a su mentor, Howard Schultz, para que la salvara.Howard Schultz diagnosticó el problema en forma sucinta: “hemos sido víctimas de nuestro propio éxito”.Su receta para salvar Starbucks es simple: frenar el crecimiento en EE.UU., cerrar las tiendas que no tengan el rendimiento suficiente, renovar la experiencia Starbucks y continuar la expansión global, bajo la cual ya han abierto 70 locales en España.En sus propias palabras, “Starbucks construyó el valor de su marca a través de la ‘experiencia Starbucks’; enfocándonos nuevamente en esa experiencia crearemos un renovado nivel de diferenciación y separación en el mercado entre nosotros y aquellos que intentan ‘vender café’. Sabemos lo que tenemos que hacer para asegurar el éxito en el largo plazo: transformar la experiencia Starbucks (…) poniendo al consumidor en el centro de todo lo que hacemos”.Entre las acciones inmediatas, Schultz ha anunciado que cerrarán 100 tiendas en EE.UU. en el 2008 y que eliminarán la venta de sándwiches calientes (“su olor interfiere con el aroma del café”).La probabilidad de que Howard Schultz logre salvar a Starbucks es alta. Él construyó la compañía enfocando a todos los empleados tras la visión que tuvo en aquel viaje a Italia.Además la compañía ha sido sabia al reaccionar a tiempo, lo cual habla muy bien de su ADN corporativo. El tiempo dirá si aquel joven que regresó de Italia enamorado de la experiencia del café logra volver a poner a Starbucks en el camino correcto.
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