El productor teatral Carlos Rottemberg, que conoce el negocio del espectáculo como pocos en el país, suele decir que \"las vacaciones de invierno son para el entretenimiento como el verano para los helados: allí se concentra el grueso de la facturación\".
En ese sentido, la Gripe A sumada a la recesión económica y la piratería de películas provocó drásticos cambios en el negocio. Para sobrevivir a la baja de espectadores, las cadenas de cines están probando distintas recetas. Agregan descuentos, reducen la cantidad de salas en sus complejos y piensan en fusiones para bajar costos.
Hasta julio, el cine venía recuperándose con relación al año anterior. Pero la Gripe A hizo estragos. De las casi 6,5 millones de entradas que se habían vendido en el receso de 2008, los exhibidores pasaron a algo más de 4 millones en el mismo período de 2009. Pese a que llegaron los tanques -como La era del hielo 3 y Harry Potter y el misterio del príncipe- las restricciones sanitarias alejaron público.
Hasta agosto, se despacharon 20,73 millones de entradas a las salas de pantalla grande y sonido envolvente (al menos, las más modernas). A la misma altura de 2008 se registraban 22,38 millones.
Frente a este panorama, las respuestas son diversas. Hoyts, que es la cadena de multipantallas más grande del país, arrancó el año reponiendo al miércoles como día de mitad de precio \"real\". Si cobran $ 23 por ticket durante los fines de semana, como sucede en Unicenter y Abasto (ya que en el interior y el Gran Buenos Aires los importes son más bajos), el valor se reduce a $ 11,50 a mitad de semana. Sus competidores, como Village y Cinemark, aplican descuentos de miércoles pero más parciales: tickets a $ 15.
Village ya decidió que cerrará definitivamente las cortinas a 6 de sus 16 salas en Recoleta. Se trata de todas las ubicadas en el tercer piso. \"Hay una reconversión del edificio para transformarlo en un centro comercial multitarget para captar a los consumidores de Barrio Norte, Centro, Palermo y Belgrano\", detalla Sebastián Valenzuela, gerente general de Village Cines.
Hace menos de dos meses, Hoyts estrenó salas VIP en el Dot Baires de Saavedra. Butacas tipo la clase business de las aerolíneas, distancia entre los asientos y gastronomía de chef (roll de salmón ahumado con huevo de codorniz en lugar de pochoclo) para quienes estuvieran dispuestos a desembolsar $ 45.
Pero parece que la exclusividad no tuvo tanta repercusión. Hoyts decidió que, durante agosto, las entradas valdrán la mitad: $ 11,50 para las funciones comunes, $ 14 para las de 3-D (cuyo precio sin rebaja es $ 28) y $ 22,50 para los dos reductos premium (de menos de 100 localidades).
Hoyts, que es de un fondo de inversión con socios argentinos, compró las operaciones de la estadounidense Showcase en Chile. Los norteamericanos también se desprendieron de los cines que tenían en Brasil (se los quedaron un grupo local y Cinemark), mientras que escuchan ofertas por Argentina. Aquí tienen el único cine Imax (de pantalla gigante) del país, en Munro, y un estratégico enclave en Rosario, que es el que más factura en el interior (más de 20.000 localidades por fin de semana, un nivel similar al de Unicenter, Abasto o Village Recoleta).
Se rumoreó que a Hoyts le interesaba Showcase, pero no hay nada confirmado. Como en otros negocios, la mayor escala significa sinergias y capacidad de negociación para afrontar costos.
Para recobrar la sonrisa, los dueños de los cines están explotando el filón de las salas 3-D. Para ver Monsters vs Aliens, Up (de Disney) y La era del hielo 3 en sus versiones tridimensionales se necesitaban unos anteojos especiales que permiten apreciar la profundidad y los planos de una manera diferente.
Como la proyección es digital, los colores son más brillantes y la experiencia se vuelve más atrapante. Además, la piratería no puede imitar el sistema.
Ya existen 20 salas 3-D y casi todos los complejos importantes poseen una, en la que cobran la entrada más cara.
Village Recoleta, que todavía no se subió a la movida, ya se puso en marcha para incorporar tres, donde cada proyector cuesta aproximadamente US$ 200.000.
Fuente: iEco
En ese sentido, la Gripe A sumada a la recesión económica y la piratería de películas provocó drásticos cambios en el negocio. Para sobrevivir a la baja de espectadores, las cadenas de cines están probando distintas recetas. Agregan descuentos, reducen la cantidad de salas en sus complejos y piensan en fusiones para bajar costos.
Hasta julio, el cine venía recuperándose con relación al año anterior. Pero la Gripe A hizo estragos. De las casi 6,5 millones de entradas que se habían vendido en el receso de 2008, los exhibidores pasaron a algo más de 4 millones en el mismo período de 2009. Pese a que llegaron los tanques -como La era del hielo 3 y Harry Potter y el misterio del príncipe- las restricciones sanitarias alejaron público.
Hasta agosto, se despacharon 20,73 millones de entradas a las salas de pantalla grande y sonido envolvente (al menos, las más modernas). A la misma altura de 2008 se registraban 22,38 millones.
Frente a este panorama, las respuestas son diversas. Hoyts, que es la cadena de multipantallas más grande del país, arrancó el año reponiendo al miércoles como día de mitad de precio \"real\". Si cobran $ 23 por ticket durante los fines de semana, como sucede en Unicenter y Abasto (ya que en el interior y el Gran Buenos Aires los importes son más bajos), el valor se reduce a $ 11,50 a mitad de semana. Sus competidores, como Village y Cinemark, aplican descuentos de miércoles pero más parciales: tickets a $ 15.
Village ya decidió que cerrará definitivamente las cortinas a 6 de sus 16 salas en Recoleta. Se trata de todas las ubicadas en el tercer piso. \"Hay una reconversión del edificio para transformarlo en un centro comercial multitarget para captar a los consumidores de Barrio Norte, Centro, Palermo y Belgrano\", detalla Sebastián Valenzuela, gerente general de Village Cines.
Hace menos de dos meses, Hoyts estrenó salas VIP en el Dot Baires de Saavedra. Butacas tipo la clase business de las aerolíneas, distancia entre los asientos y gastronomía de chef (roll de salmón ahumado con huevo de codorniz en lugar de pochoclo) para quienes estuvieran dispuestos a desembolsar $ 45.
Pero parece que la exclusividad no tuvo tanta repercusión. Hoyts decidió que, durante agosto, las entradas valdrán la mitad: $ 11,50 para las funciones comunes, $ 14 para las de 3-D (cuyo precio sin rebaja es $ 28) y $ 22,50 para los dos reductos premium (de menos de 100 localidades).
Hoyts, que es de un fondo de inversión con socios argentinos, compró las operaciones de la estadounidense Showcase en Chile. Los norteamericanos también se desprendieron de los cines que tenían en Brasil (se los quedaron un grupo local y Cinemark), mientras que escuchan ofertas por Argentina. Aquí tienen el único cine Imax (de pantalla gigante) del país, en Munro, y un estratégico enclave en Rosario, que es el que más factura en el interior (más de 20.000 localidades por fin de semana, un nivel similar al de Unicenter, Abasto o Village Recoleta).
Se rumoreó que a Hoyts le interesaba Showcase, pero no hay nada confirmado. Como en otros negocios, la mayor escala significa sinergias y capacidad de negociación para afrontar costos.
Para recobrar la sonrisa, los dueños de los cines están explotando el filón de las salas 3-D. Para ver Monsters vs Aliens, Up (de Disney) y La era del hielo 3 en sus versiones tridimensionales se necesitaban unos anteojos especiales que permiten apreciar la profundidad y los planos de una manera diferente.
Como la proyección es digital, los colores son más brillantes y la experiencia se vuelve más atrapante. Además, la piratería no puede imitar el sistema.
Ya existen 20 salas 3-D y casi todos los complejos importantes poseen una, en la que cobran la entrada más cara.
Village Recoleta, que todavía no se subió a la movida, ya se puso en marcha para incorporar tres, donde cada proyector cuesta aproximadamente US$ 200.000.
Fuente: iEco
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