Vanessa Reaño
No le hablaremos, estimado lector, de Chiclayo ni Trujillo como nuevas vedettes del retail. Ni siquiera de Huancayo o Sullana. Eso es historia antigua ya. El último artículo de portada de la edición impresa de Semana Económica (SE 1171) busca ir un paso adelante e inducirlo a ver más allá de lo evidente: Pucallpa o Tarapoto podrían ser verdaderos diamantes en bruto en plena selva para el comercio minorista moderno. Más incluso que la aparentemente más desarrollada Iquitos. ¿Le sorprende?
“La carretera se destroza, a veces no hay lanchas y las huelgas cortan las comunicaciones”, refiere Víctor Valdivia, propietario del hipermercado Pirámide, ubicado en la capital de Loreto. Y es que el recurrente pesimismo generado por las limitaciones logísticas en la sierra y en la selva, debido a la accidentada geografía del país, ha sido por muchos años una de las principales causas de la postergación del acceso de las cadenas comerciales a esas zonas.
Pero hoy proliferan estilos de vida progresista en ciudades impensadas del interior del país. Y ello constituye una gran oportunidad para que los retailers reformulen sus estrategias y venzan sus miedos a internarse en los mercados vírgenes pero ávidos de fascinación comercial.
Así lo atestigua la vasta red de farmacias y cadenas de tiendas de electrodomésticos que operan en ciudades tan alejadas como Andahuaylas y Moyobamba. Y, con mayor razón aún, las iniciativas de supermercados en Iquitos, Tarapoto, Juanjuí y Huánuco (SE 1085). Paradójicamente, y contra todo pronostico, Puno –pese a ser connotada por su marcada actividad comercial– está casi tan relegada como Huancavelica en los futuros planes del retail moderno.
Evidentemente, no todo se reduce a un ensayo de prueba y error in situ: es un complejo reto articular una propuesta hecha a la medida de las necesidades y expectativas del poblador al que va a acompañar en su experiencia de compra. Así lo explico en la investigación que emprendí para la edición impresa antes citada, que espero despeje la incertidumbre de muchos provincianos sobre el futuro comercial de sus ciudades. Y de los limeños, quienes probablemente en un futuro no lejano, además de pasearse en peque-peque para tomarse la respectiva foto del recuerdo en plena selva, tal vez puedan maximizar el recorrido con una corta parada para hacer compras en un mall o supermercado al borde del río.
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