Redacción
BBC Mundo
Vista desde las alturas de los modernos edificios de Shanghai, con sus restaurantes lujosos y grandes centros comerciales, China parecería estar a la par de cualquier país desarrollado como Estados Unidos o Japón.
Shanghai ofrece la imagen de la China que, según un reportaje del corresponsal de la BBC Chris Hogg, este año o el próximo podría rebasar a Japón como la segunda economía del mundo, medido en términos de su Producto Interno Bruto (PIB).
Sin embargo, el Banco Mundial todavía agrupa a China entre los países de ingresos medios, como Bolivia, India y Siria. El gigante asiático recibe, además, cientos de millones de dólares en ayuda internacional por parte de los países industrializados.
¿Cómo debería el mundo tratar al gigante asiático? ¿Como un país rico que podría ayudar al resto de las economías a salir de la presente crisis, o como un país pobre?
Andy Tsien, un economista de Shanghai, sostiene que China ya no es un país pobre, aunque tenga cientos de millones de personas viviendo en la pobreza.
"China es la nación con mayor volumen de comercio en el mundo", señala Tsien, aunque también admite que el tamaño y la complejidad de la sociedad hace difícil que el país encaje dentro de los esquemas que existen.
"En China coexisten el primero, el segundo y el tercer mundo. Es una nación enorme y es muchas cosas a la vez", resalta Tsien.
Más allá de Shanghai
Shanghai es indudablemente un símbolo del impresionante boom económico que ha experimentado China.
Buena parte de la población china sobrevive con menos de un dólar al día.
"Shanghai luce como una ciudad a la par con Londres, Nueva York y Paris. Su ingreso es diez veces superior al promedio de las partes más pobres del país", señala Andy Rothman, analista de una firma de consultores económicos.
Rothman destaca que la mitad de la población de China está constituída por campesinos pobres que dependen de la agricultura de subsistencia.
Agrega que "hay una parte de la sociedad, equivalente al doble de la población del Reino Unido, que vive con menos de un dólar al día".
Algunos funcionarios chinos se quejan de que cuando el mundo industrializado le pide a China que aporte más recursos para organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional se ignora la carga que representa para el estado chino cuidar de esa población pobre.
"Si vives en el oeste o en el centro de China, no te explicas cómo la comunidad internacional reclama tanto de nosotros", señala el economista Li Wei, de la firma Standard Chartered Bank de Shanghai.
Agrega que mucha gente ni siquiera se plantea eso, "su mente está en cómo sobrevivir el día a día, no en cómo ayudar al resto del mundo".
Economistas como Li Wei argumentan que hay otros parámetros para determinar si un país es pobre o rico, más allá de la riqueza que se ha generado en los últimos años.
Y el profesor Shn Dingli, de la Universidad de Fudan también en Shanghai, comparte este criterio.
"Nosotros hemos generado enorme riqueza a un costo ecológico tremendo. No hemos tenido un desarrollo balanceado y sustentable, así que pienso que China es todavía un país pobre desde el punto de vista ambiental, ecológico y filosófico", destaca.
¿China, la salvación?
En el marco de la crisis financiera que vive el mundo, muchos analistas han planteado que China podría constituir el motor que salve al resto de las economías de la recesión.
Sin embargo, los economistas chinos destacan que lo más que se puede esperar es que, rescatándose a sí mismo, el gigante asiático salve al mundo de un desplome económico aún más profundo.
Shang Jin Wei, profesor de la facultad de negocios de la Universidad de Columbia en Nueva York, destaca que los líderes chinos se percataron muy a tiempo de que no iban a escapar de los efectos de la crisis, por lo que se concentraron en resolver sus problemas.
Pero las predicciones indican que China está más preparada para resistir la crisis que cualquiera de los países ricos.
"Cuando todo el mundo está batallando, tratando de inyectar liquidez al mercado financiero, los chinos lograron eso en poco tiempo", destaca el economista Andy Rothman.
Rothman señala que China podría salir incluso fortalecida de esta crisis y por eso se teme que compañias de ese país están ahora en mejor posición para apoderarse de minas y otras empresas estratégicas en varias partes del mundo.
Y el presidente chino Hu Jintao ha destacado en el marco de esta crisis que "los retos y las oportunidades forman parte de un mismo paquete".
Mientras que los países industrializados se endeudan cada vez más y sus economías se debilitan, la pregunta de si China es una bestia que hay que domar o un país en desarrollo que necesita ayuda de Occidente es hoy más relevante que nunca.
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