¿Qué preferiría usted, que le aumentaran su salario en un 3% con una inflación al 5% o un recorte del 2% de su sueldo a cambio de precios estables?
Antes de continuar leyendo tómese un tiempo y reflexione sobre su decisión. ¿Ha elegido ya?, entonces, continúe con la lectura.
Posiblemente al escuchar esta pregunta, el cortex prefrontal ventro-medial de su cerebro -esto es, el área que se activa a la hora de tomar decisiones emocionales- se ha puesto en marcha. Y previsiblemente, la opción que ha elegido es la primera. Ha caído usted en la trampa de la ‘ilusión del dinero’, según la cual las personas tienden a valorar más un aumento en los ingresos independientemente de si pueden comprar más ya que en ambos casos, el poder adquisitivo es el mismo. Esto es se debe a que mucha gente observa un aumento de sus ingresos como algo positivo, incluso si ese incremento queda anulado por la inflación.
Muchos economistas dudan de la existencia de este efecto, pero dos investigadores de la Universidad de Bonn (Alemania) la han demostrado y han publicado sus resultados en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS).
Se trata del economista Armin Falk y el neurólogo Bernd Weber que han conseguido probar que la denominada ‘ilusión del dinero’ estimula la parte del celebro encargada de procesar las recompensas o premios. Para ello, llevaron a cabo un experimento con 24 individuos a los que sometieron a dos escenarios diferentes. En el primero, los sujetos podían ganar sólo una pequeña cantidad de dinero, pero los productos que podían comprar en el catálogo que le suministraban eran muy baratos. En el segundo, el salario aumentaba un 50%, pero el precio de esos artículos crecía también un 50%.
En ambos contextos, los sujetos podían permitirse comprar exactamente los mismos productos y los participantes eran perfectamente conscientes de ello desde el primer momento. Sin embargo, el flujo de sangre en el cerebro mostraba resultados diferentes. En el primero, la actividad en el área del cerebro donde se procesan las sensaciones placenteras era mucho menor que en el segundo. Lo que en términos económicos podría traducirse por una preferencia del cerebro por la inflación y salarios más altos frente a precios estables e ingresos más bajos.
Este estudio demuestra, en definitiva, cómo los grandes números consiguen seducir a las personas lo que explicaría, por ejemplo, por qué los salarios nominales - la cantidad de dinero que un trabajador recibe por su trabajo por hora, día, mes, etc- rara vez caen, mientras que los salarios reales - el “poder de compra” de esa cantidad de dinero, es decir, la cantidad de bienes y servicios que se pueden adquirir con ese dinero-, por el contrario, pierden valor en periodos de inflación.
Según los expertos, esta ‘ilusión monetaria’ podría explicar la creación de burbujas especulativas, como la del mercado inmobiliario o de las bolsas. O por qué con una inflación en mínimos históricos y sueldos estables, los españoles consumen mucho menos que cuando la inflación era mucho más elevada y los salarios eran muy similares a los actuales, pese a que se perdía poder adquisitivo. Este efecto explicaría, en definitiva, por qué en situaciones de crisis económica como la que vivimos, la confianza y el consumo de las familias se encuentra bajo mínimos.
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