sábado, 7 de marzo de 2009

Crisis externa: La segunda ola

Los problemas en los países de Europa Oriental podrían profundizar aún más la crisis financiera y afectar la percepción de riesgo del resto de economías emergentes. Las consecuencias para América Latina serían graves.
La crisis financiera y económica global está lejos de resolverse y día tras día surgen nuevas complicaciones en distintos rincones del mundo. El más reciente episodio es la caída de las economías de Europa Oriental, que no solo afecta al sistema financiero internacional, debido a la exposición que varios grandes bancos europeos tienen en la región, sino que está amenazando la estabilidad misma de la Unión Europea y del euro. Esto abre un nuevo canal para el contagio, que podría profundizar la crisis y generar un impacto severo en América Latina. Tal y como pasó con la crisis de Rusia en los años 90, los problemas en Europa Oriental podrían incrementar la aversión al riesgo de los inversionistas frente al resto de economías emergentes. Si esto implica reducciones adicionales de los flujos de capital hacia América Latina, las devaluaciones de las monedas de la región, y también la del peso colombiano, podrían acelerarse incluso más allá de lo que hemos visto en los últimos meses. Turbulencia en el EsteDesde la caída del muro de Berlín en 1989, las economías de los países ex comunistas se venían adaptando al capitalismo. La mayor parte de la financiación en esta etapa se hizo con deuda de bancos de Europa Occidental y también con bonos soberanos, inversión extranjera directa y venta de acciones. Lograron crecer por encima del promedio de Europa y llegaron a convertirse en los mercados más atractivos de ese continente. La situación, sin embargo, cambió radicalmente a raíz de la crisis financiera internacional. Los flujos de crédito hacia Europa Oriental se frenaron, los capitales salieron y las monedas se devaluaron fuertemente frente al euro. La escasez de capital extranjero y la caída de la demanda mundial están acabando con la mayoría de las economías de la región. Dado el alto endeudamiento con la banca internacional, algunos países podrían declarar la moratoria de su deuda externa. En 2009, la región tiene que repagar o refinanciar deuda externa por US$400.000 millones, lo cual es difícil de lograr. Los credit-default swaps sobre la deuda soberana, que miden el riesgo de una moratoria, han aumentado como consecuencia de esta situación.Lo más grave es el efecto de contagio que podría haber sobre el sector financiero internacional. “Europa Oriental se ha convertido en la versión europea de la crisis subprime”, dijo con razón Robert Brusca, economista jefe de Fact and Opinion Economics, Nueva York, y ex funcionario de la Fed. La posibilidad de contagio es tan alta que Wall Street se derrumbó después de que la calificadora de riesgo Moody´s advirtió que los bancos que le habían apostado a Europa Central estaban en problemas. Los bancos más afectados son los austriacos. De acuerdo con el Bank of International Settlements (BIS), la exposición de los bancos Erste Bank y Raiffeisen International en esta región asciende a US$300.000 millones, equivalentes al 68% del PIB de Austria. Si se incluye además el Bank Austria, que pertenece al banco italiano Unicredit, la exposición supera el 100% del PIB de Austria. Las acciones de estas entidades en la bolsa de Viena cayeron y perdieron el 90% del valor que tenían en 1997.El colapso económico de Europa del Este borraría el capital de estos bancos y obligaría al gobierno de Austria a rescatarlos. Por este motivo, los spreads de la deuda del gobierno de Austria han aumentado a niveles similares de los de Italia. Es una amarga paradoja para Austria, pues la caída del comunismo implicó en su momento la llegada de una gran bonanza para ese país, que le permitió tener tasas de crecimiento superiores al promedio del resto de Europa gracias a su vinculación con las economías de sus boyantes vecinos. La caída también afectaría a los grupos industriales internacionales y a las cadenas de comercio y servicios que invirtieron en Europa Oriental. De igual forma, grandes inversionistas institucionales que son tenedores de papeles de Europa Oriental se verían afectados. Lo más grave es que esto sucede precisamente cuando el resto de Europa está en recesión y los gobiernos buscan la recuperación a través de estímulos fiscales que están poniendo a prueba los límites de la resistencia de sus economías. Países como Italia, Grecia, España, Portugal e Irlanda están sobre endeudados, lo que ha llevado al aumento de los spreads de sus bonos soberanos a diez años frente a los de Alemania. La perspectiva de financiación de los déficits se hace, sin duda, más oscura para estos países como consecuencia del colapso de Europa Oriental.Adicionalmente, los problemas económicos en Europa Oriental están generando un gran descontento entre su población, que creyó en el modelo tras la caída del comunismo, se sobre endeudó y ahora ve que su nivel de vida se deteriora velozmente a medida que aumenta el desempleo. Hasta cierto punto, la población de Europa Central se siente traicionada pues, tras haber trabajado tan duro para ser parte de la Unión Europea, ahora los gobiernos están pensando más en sus propios intereses y en tratar de salvar a sus sectores industrial y financiero, que en la solidaridad de la Unión. Existe un gran resentimiento ante las medidas proteccionistas adoptadas por Francia. Ha habido grandes manifestaciones de protesta en las calles en Bulgaria y Estonia y se teme que ocurra lo mismo en otros países de esta región. Aunque hasta el momento los gobiernos no han adoptado medidas populistas, esta es una posibilidad que no puede descartarse.El contagioEuropa del Este está al otro lado del mundo. ¿Cómo podría afectar su crisis a América Latina? Como lo explica Sebastián Edwards en su entrevista con Dinero (página 20), el problema de Europa del Este se reflejará, inicialmente, en los bancos europeos –especialmente Austria, Alemania y Suiza– y en el mercado de bonos emergentes. El contagio se dará porque los bancos europeos tienen conexiones con bancos de Estados Unidos, que se verán afectados a pesar de no tener exposición directa en Europa del Este. De acuerdo con Edwards, esto hará más lenta la salida de Estados Unidos de su crisis, lo que impactará a América Latina. Adicionalmente, las pérdidas de los portafolios en Europa Oriental harán que los inversionistas miren con aversión al resto de los países emergentes. Los más afectados serán los países más endeudados en el exterior –y por tanto tienen pendientes pagos importantes en el corto plazo– y también los que tienen déficit de cuenta corriente elevados que deben financiar. Desde esta perspectiva, Asia es la región del mundo emergente que presenta los mejores indicadores, con un superávit de la cuente corriente de 5,2% y un endeudamiento externo con respecto al PIB cercano a 15%.Las cifras para Latinoamérica son de un déficit de cuenta corriente de –1,6% y un endeudamiento externo alrededor del 24% del PIB, mientras que Europa del Este y Europa Central tienen un déficit de cuenta corriente de –7,2% y una deuda externa que supera el 50% del PIB. ColombiaDentro de esta línea de análisis, Colombia está relativamente bien parada en términos de endeudamiento externo, más no tanto en términos de la cuenta corriente. El déficit estimado para este año es de 4% del PIB, superior al promedio latinoamericano.¿Qué puede pasar entonces si se empeora la situación de Europa Oriental y algún país de esta región declara la moratoria de su deuda externa? El Instituto Internacional de Finanzas estimaba a finales del año pasado que los flujos de capital hacia América Latina podrían llegar a US$43.000 millones en 2009, prácticamente la mitad de los US$89.000 millones que se registraron el año pasado. Si se presenta un efecto de contagio a partir de la crisis de Europa Oriental, el resultado final podría ser muy inferior, lo que tendría un impacto importante sobre las tasas de cambio de los países de la región, en un momento en el que las exportaciones están cayendo. La devaluación se agudizaría. Desde el recrudecimiento de la crisis financiera internacional a mediados de septiembre se viene hablando de los posibles efectos de la misma sobre la economía colombiana. Del optimismo de pensar que el país estaba blindado, hemos pasado a la dura realidad que han ido mostrando las cifras a medida que han aparecido. El peso se ha devaluado 56% desde su nivel más bajo en junio del año pasado, y 14% en lo que va corrido del año, mientras que la Bolsa de Valores de Colombia ha perdido 30% de su valor desde comienzos del año pasado. La industria, por su parte, cayó 3,5% en 2008 y 10% en el último trimestre del año, a la vez que el comercio al por menor creció 0,5% en todo el año, pero cayó 3,4% en diciembre. En una clara señal de su preocupación por el acelerado deterioro de la economía, la Junta del Banco de la República en la reunión del 27 de febrero redujo la tasa de interés de intervención en 100 puntos básicos a 8%. En estos momentos, como lo resalta Edwards en la entrevista, mantener la confianza es muy importante, así como garantizar que las autoridades le aseguren al público que protegerán la integridad y el funcionamiento del mercado financiero y del sistema bancario. Además, Edwards señala que no deben ponerse trabas al funcionamiento del mercado cambiario; “si la moneda se deprecia, hay que permitirlo”. Afortunadamente, hasta el momento esto es lo que han venido haciendo las autoridades. Es importante que se mantenga esta línea de acción. Con respecto a la política fiscal, Edwards insiste, al igual que lo hace Eduardo Lora en su columna de esta edición (pag. 15), que hay que tener una política fiscal razonable, la cual, incluso siendo algo expansiva, tenga en cuenta que ni la inflación ni los excesos de endeudamiento son buenos para el futuro.A pesar de las malas noticias que seguramente van a llegar en los próximos meses, no hay que perder la perspectiva de largo plazo. Una tentación muy grande, sobre todo, en momentos preelectorales.

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