lunes, 9 de febrero de 2009

Fantasma del proteccionismo acecha la región

A pesar de la apuesta latinoamericana por el libre comercio, las medidas de blindaje no están descartadas. La posible extensión de la crisis y el agotamiento de divisas podrían poner entre la espada y la pared a los gobiernos locales.
por Pablo Jamett

Santiago. Líderes mundiales se reunieron una vez más en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para discutir un tema que ha estado en boga durante las dos últimas semanas: el peligro de medidas proteccionistas. A pesar de que, en general, la región ha apostado por medidas que tienden a favorecer el comercio internacional, no se puede afirmar categóricamente que el fantasma del proteccionismo se retiró definitivamente de América Latina, más aún cuando recién comienzan a sentirse los coletazos de la crisis en sectores tan sensibles como el empleo.
En este tipo de coyunturas “se aprecia una simpatía por medidas proteccionistas, cerrar las fronteras, tanto para personas como para productos”, dice Osvaldo Kacef, director de la División de Desarrollo Económico de la Cepal. “Ello porque los programas de estímulo de las economías tienden a filtrar más lo que entra que lo que sale del país”. En opinión del analista, hay pruebas de que la región ha favorecido el comercio internacional, más que levantar barreras de entrada. “Los países se han preparado para crecer, eso se aprecia en la firma de acuerdos bilaterales y multilaterales”.
La puerta no está cerrada. Sin embargo, la decisión de proteger los mercados internos tampoco es descabellada. De hecho, hay atisbos de proteccionismo en varios países de la región, que no violan ninguna de las normas impuestas por organismos multilaterales, pero que sí permiten a los gobiernos tener un margen de maniobra para resguardar sus mercados.
Un estudio de Cepal, titulado “La reacción de los gobiernos de América Latina y el Caribe frente a la crisis internacional”, muestra ejemplos de las medidas de política anunciadas hasta el 30 de enero de 2009. Puntualmente, Argentina estableció restricciones sobre las importaciones. La Aduana implementó mayores controles sobre productos de “sectores sensibles de la industria nacional”, como textiles, calzados, productos metalúrgicos, línea blanca y motocicletas, entre otros. Además, se instrumentaron valores de referencia y aumentos de derechos de importación y se aceleraron los procedimientos relativos al comercio desleal, consigna el documento.
En el caso chileno, el gobierno adoptó una serie de restricciones no arancelarias a las importaciones: los importadores de 17 sectores tendrán que solicitar una licencia previa para importar. Los productos más afectados son el trigo, los plásticos, el cobre, el aluminio, el hierro, los bienes de capital, el material electrónico, las autopartes, los automóviles y el material de transporte en general (esta medida fue temporalmente suspendida el 28 de enero de 2009). Una decisión similar adoptó Brasil, medida que también fue congelada hace algunas semanas. En tanto, Ecuador restringió las importaciones de acuerdo con las normas de la Organización Mundial del Comercio.
A pesar del consenso general de organismos internacionales, hay un elemento que escapa al control de ellos: el control de la balanza de pagos. “Los gobiernos necesitan controlar la cantidad de divisas que posee el país” afirma Kacef. En efecto, mientras mayor cantidad de divisas posea un gobierno, más tiempo podrá paliar los efectos de la crisis, pero si la turbulencia se mantiene la cantidad de divisas disminuirá, poniendo entre la espada y la pared a los gobiernos. “En el caso puntual de América del Sur podemos decir que hay niveles altos de reserva, pero si se prolonga la crisis, el gasto no será sostenible en el tiempo”, advierte el analista de Cepal.
Ahí la variable población será determinante en la protección del mercado, pero sólo en el corto plazo. Se podría tender a pensar que Argentina, Brasil y México están más resguardas en este sentido, sin embargo el economista advierte que la aplicación de medidas proteccionistas tampoco es favorable en el largo plazo. “Este tipo de decisiones pueden ser catastróficas, particularmente cuando hablamos del comercio. El comercio aumenta el desarrollo, si se bloquea el comercio se pierde capacidad de crecer”.
México sería el mejor ejemplo de lo anterior. El país azteca no entraría dentro de la lógica proteccionista porque depende en un 90% de su relación comercial con Estados Unidos. Sería un suicidio cerrar sus fronteras. Desde la perspectiva de Cepal, coincide con lo planteado a nivel multilateral: el único camino para contrarrestar la crisis es la cooperación, ya que la aplicación de medidas proteccionistas solamente tiende a contribuir al círculo vicioso creando más protección.

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