miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Hay una estrategia detrás de los millones de despidos?

Pasado el primer mes de 2009, los recortes de puestos de trabajo de las empresas se han convertido en los protagonistas de los principales reportajes de todo el mundo. En sólo una semana, se eliminaron 100.000 empleos. Fueron 20.000 en NEC, 19.500 en Pfizer, 15.000 en Metro, 10.000 en Boeing y 8.000 en Sprint Nextel. Además de esos, se eliminaron otros miles de puestos en Starbucks, Ericsson, Kodak, Philips, Microsoft, Caterpillar, Home Depot y otras compañías que sumaron el medio millón en total. De acuerdo con una estimación de Challenger, Gray & Christmas, empresa del sector de recolocación, los despidos en enero totalizaron 241.749, un aumento del 45% respecto a diciembre alcanzando el mayor índice mensual en siete años. En respuesta a esa situación, el presidente americano Barack Obama presionó aún más al Congreso para que aprobara un plan de estímulo económico por valor de 819.000 millones de dólares. “La cifra más importante de ese plan de recuperación será el número de empleos que creará”, dijo Rahm Emanuel, jefe de gabinete de Obama, “y no cuántos votos será capaz de obtener”.
Desafortunadamente, es posible que se estén preparando más recortes, según explican los economistas que siguen la situación. “Tal y como se ha visto, el cuarto trimestre fue increíblemente débil para las empresas”, observa Christopher Portman, economista senior de Oxford Economics, que desarrolla modelos macroeconómicos para bancos y gobiernos de todo el mundo. “En lo que se refiere a la economía global, 2009 será el peor año desde la Segunda Guerra Mundial y desde los años treinta. No sé si los puestos de trabajo eliminados hasta ahora reflejan fielmente la situación general. El desempleo sigue siempre la estela de otros indicadores de rendimiento económico, por eso incluso después de que toquemos el fondo de esa recesión, el número de empleos eliminados seguirá subiendo”.
Además del trauma personal de la pérdida de empleo y del salario en medio de la crisis económica mundial, los recortes llaman la atención por su profundidad y extensión. Desde septiembre de 2008, grandes empresas de todo el mundo cortaron cerca de medio millón de puestos de trabajo —esos números no toman en cuenta las empresas de servicios financieros que desencadenaron la crisis. Prácticamente todos los sectores se vieron afectados: automotriz, compañías aéreas, productos de consumo, comercio, químico, tecnológico y farmacéutico, entre otros. Para algunas empresas, los despidos son una experiencia de carácter más cíclico; otras, sin embargo, están pasando por primera vez por ese proceso. En el caso de muchas empresas que anunciaron o anunciarán recortes, se trata de un cambio drástico en el rumbo de los acontecimientos, ya que tenían buen rendimiento hasta hace poco tiempo. Ese aspecto amplio ha alimentado la discusión entre analistas y planeadores estratégicos en torno a un cambio fundamental en las empresas que vendría por medio de la reestructuración del sistema económico mundial.
De acuerdo con expertos de Wharton y de otras instituciones, lo que las empresas están experimentando no es señal de una transformación, ni tampoco un pronóstico amplio para el resto de la economía. En vez de eso, dicen, el anuncio de los despidos llama la atención sobre las debilidades operativas y cuestiones estratégicas que desde hace años vienen rondando de manera subrepticia al sistema. En el pasado, permanecían ocultas de la misma forma que las debilidades y las inestabilidades del sistema de capital por el aparente boom de los valores de los activos. Ahora, la retracción económica las ha colocado en evidencia.
¿Qué está sucediendo?
Peter Cappelli, director del Centro de Recursos Humanos de Wharton, dice que el problema es que la crisis está obligando a muchos gerentes a preocuparse exclusivamente del corto plazo. “Por lo menos, en EEUU, las empresas no parecen estar pensando mucho más allá del impacto inmediato. En cierto modo, eso tal vez se deba a la presión para que las operaciones se adecuen a las expectativas de desempeño trimestral. También puede ser consecuencia del hecho de que los efectos negativos de los despidos —como, por ejemplo, los costes asociados a la recontratación en periodos de recuperación económica; atrasos en la reanudación del rendimiento y cuestiones morales— son difíciles de rastrear. También puede ser resultado de la presuposición implícita de que la fuerza de trabajo es, de hecho, de un recurso just-in-time (se ajusta a la demanda), que será fácil contratar nuevos trabajadores cuando los negocios vuelvan a activarse”.
Sin embargo, el historial de empresas que han hecho despidos es terrible. “Prácticamente todos los estudios muestran un declive en el desempeño asociado a los despidos”, destaca Cappelli. “Pero lo que se debe tomar en cuenta aquí es que los despidos son un sustituto del hecho de que las empresas que optaron por esa salida ya estaban en dificultades. Es difícil separar el efecto de los despidos en sí mismos del efecto de sustitución”.
Esto significa que, para muchas empresas que ya anunciaron o que anunciarán despidos en breve, la crisis económica actual no es necesariamente la causa de sus problemas; es simplemente el factor que las ha dejado expuestas. Por más intuitivo que sea ese argumento, los expertos dicen que los gerentes de las empresas, así como analistas, inversores y gestores de políticas públicas de fuera del segmento de negocios se enfrentan con el riesgo de echar buena parte de la culpa, o toda la culpa, a la crisis económica actual, en vez de buscar causas más profundas.
Jay Anand, profesor de Gestión y de Recursos humanos de Ohio State, dice que tiempos difíciles como los actuales sacan a relucir las diferencias entre empresas. “Desde el punto de vista de las implicaciones estratégicas, no todas las empresas sienten el impacto de la crisis de la misma forma. Algunas cuentan con mecanismos de protección más adecuados, tienen mayor capacidad para soportar presiones, la demanda de sus productos es buena y tienen clientes fieles, su estructura de costes es un poco más flexible, su cadena de proveedores no tiene dificultades para adaptarse, etc.”
Los expertos observan que los recortes en los puestos de trabajo deberían ser vistos como una señal del cambio que está teniendo lugar —y a un ritmo cada vez más veloz— en algunas industrias. Ése es obviamente el caso de los servicios financieros y de los fabricantes de coches, por ejemplo, pero también está ocurriendo en el sector de tecnología. Eso explica, en parte, por qué algunos de los mayores nombres de la industria de TI, como Microsoft, Hewlett-Packard, EMC, Dell y SAP se han visto afectadas. Cada una de esas empresas, de algún modo, está ante un punto de transición en su evolución, obligándolas a introducir cambios en sus modelos de negocios.
En Microsoft, por ejemplo, el primer gran recorte de la empresa está relacionado con la caída acentuada en la demanda de PCs tradicionales, que desde siempre fueron el negocio principal de la empresa. La empresa anunció recientemente cerca de 5.000 despidos. Las señales de cambio en el mercado de Microsoft en años recientes ya habían forzado a la empresa a buscar medios de diversificar aún más su negocio —prueba de eso fue la oferta sin éxito hecha el año pasado por Yahoo. Ahora la empresa tendrá que acelerar esos esfuerzos. De acuerdo con informes y análisis de la empresa, eso podría darse por lo menos de dos maneras: en primer lugar, aunque Microsoft recorte empleos en sus negocios tradicionales para reducir costes, la empresa planea añadir hasta 3.000 empleos en áreas como búsqueda, servicios online y computación en nube (tecnología que permite obtener servicios de computación a través de Internet).
El número de personas contratadas dependerá de lo que algunos analistas describen como posible “comodín”: el factor Yahoo. Ellos creen que con Carol Bartz al frente de Yahoo, un futuro acuerdo con Microsoft se podría concretar. Sea como sea, los despidos —y los planes de contratación— de Microsoft son impulsados por esas consideraciones estratégicas, y no sólo por la actual situación de debilidad de la economía.
De igual modo, en Caterpillar, el mayor fabricante mundial de máquinas para construcción y minería, la enorme reestructuración ocurrida en la empresa se atribuyó básicamente a los elevados costes operacionales en sus operaciones de fabricación. Tales costes se hicieron insostenibles en la medida en que la utilización de la capacidad disponible descendió debido a la débil demanda. Como consecuencia de eso, Caterpillar anunció que recortaría 20.000 empleos, cuando el volumen de ventas de equipos de construcción —afectados fuertemente por el colapso del mercado de la vivienda— se redujo en torno a un 25%.
Tanto para Microsoft como para Caterpillar, además de muchas otras empresas, la caída abrupta de la demanda puso en evidencia la ineficacia de sus operaciones.
Según muestran los ejemplos, los problemas que han llevado a los anuncios realizados han estado germinando desde hace mucho tiempo. Los recortes en los puestos de trabajo, en realidad, son indicadores de algo que ya venía ocurriendo, no sólo en la economía como un todo, sino también en empresas específicas involucradas. Es el tipo de cosa a la que toma tiempo que se divulgue y que llegue a las titulares porque, en general, están entre las últimas medidas que las empresas deciden tomar en respuesta a condiciones amenazadoras. Se trata también de cuestiones extremadamente complejas de lidiar, obligando a la gerencia a hacer elecciones bastante difíciles.
Mirando al futuro
Ahora viene la parte más complicada. En el caso de las empresas que anunciaron recortes de empleos, las operaciones serán mucho más difíciles de gestionar en los próximos meses, a medida que tengan que notificar despidos a los trabajadores, darles apoyo y, lo no menos importante, encontrar medios para compensar los cambios que han tenido lugar en el personal a través de procesos nuevos o ya existentes. Todos esos esfuerzos exigirán un volumen grande de maniobra de gestión. Al mismo tiempo, muchos proyectos importantes se quedarán sin mano de obra o sufrirán atrasos. Todo eso se da en un momento en que las empresas no pueden darse al lujo de un mínimo de distracción.
¿Hay alguna empresa o equipos de gestión que sepan lidiar “bien” con situaciones de este tipo? Cappelli, de Wharton, dice que lo importante es analizar y buscar de entrada otras salidas. Es difícil creer que alguna empresa sepa realmente lidiar bien con ese proceso y, al mismo tiempo, no esté metida en otras salidas creativas para reducir los costes de mano de obra (recortes de salarios, reparto del empleo, años sabáticos, vacaciones obligatorias, etc.), dijo. “La razón de eso es que sería fantástico si, después de un análisis cuidadoso, la única opción que tuviera sentido para la empresa fuera despedir”.
Anand, de Ohio State, observa que es imprescindible mantener la perspectiva. Él sugiere que las empresas se concentren de modo específico en la crisis actual, pero que estén también preparadas para un rebote. “Cuando todo el mundo dice que vivimos tiempos maravillosos, es preciso seguir hacia adelante. De igual modo, cuando todos dicen que los tiempos son terribles, debemos analizar todo lo que pasa de forma equilibrada. Con el tiempo, todo volverá a una situación media, y es importante que las empresas estén preparadas para ese momento. Aunque los gerentes tengan que actuar ahora para hacer frente a esa situación, es importante mirar de frente y mantener abiertas las opciones de crecimiento. No se debe reaccionar de forma extrema de un modo que cause una reducción sustancial en las cualificaciones, lo que puede comprometer bastante su futuro”.
El cambio de situación puede llegar más pronto de lo que algunos imaginan. Portman, de Oxford Economics, resalta que aunque las recesiones anteriores hayan evolucionado más lentamente, y de manera menos global, las empresas observan ahora una transición veloz de EEUU hacia el resto del mundo. Pero hay una ventaja en eso, dice. “La crisis llegó muy deprisa, pero lo inverso, es decir, la recuperación, vendrá también más rápidamente que en el pasado. Hoy, el escenario sombrío es extrapolado sin tomar en cuenta la dinámica. La recesión no deberá durar tanto como algunas personas imaginan.
“Sufrimos un gran revés, y continuaremos mal el año que viene y tal vez incluso el año siguiente”, dice Portman. “De momento, sin embargo, las cosas comenzarán a funcionar bien nuevamente, no veo motivo para grandes cambios en la forma en la que las empresas operan —no veo cómo pueda ocurrir eso. Las empresas se adaptarán, y ya estamos viendo cómo sucede. Observamos que la productividad de la mano de obra ha mejorado, la competencia ídem, y eso servirá de respaldo para la economía cuando las cosas vuelvan a su curso. En dos años, la situación será mejor y las empresas podrán concentrarse nuevamente en el crecimiento.
La dificultad, está claro, consistirá en decidir qué empresas serán capaces de hacerlo. La respuesta no es clara. Con certeza, las empresas que han optado por los despidos —u otras soluciones para la conservación de su personal durante los momentos difíciles de la economía— estarán mejor posicionadas para la recuperación que aquellas que optaron por una estrategia automática de recorte de empleos como forma de reducir costes para la obtención de ganancias a corto plazo. “Actualmente, algunas empresas se están viendo obligadas a dejar de lado sus cualificaciones, mientras otras no han tenido que recortar músculo alguno”, dice Anand. “En el momento en que la economía mejore nuevamente, veremos la diferencia”.
Publicado el: 11/02/2009

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