miércoles, 25 de febrero de 2009

Al vaivén del gigante

Citigroup jura que no se va de América Latina, pero de la crisis surgen dudas de si logrará preservar todas sus fichas en la región.
por Antonio María Delgado

Pregunte en Citigroup si considera vender Banamex -su operación en México- y la respuesta probablemente será más nerviosa que rotunda. Los rumores de una posible venta al magnate Carlos Slim que impactaron el mercado cambiario en enero fueron desmentidos. Pero si se le consulta informalmente a algún ejecutivo sobre los prospectos de algún futuro traspaso del banco número dos de México, la negativa suele venir acompañada por "hasta ahora", o "según la última reunión..."
Y es que la certeza escasea dentro del gigante de las finanzas internacionales por estos días. La rapidez de los acontecimientos, en momentos en que el grupo libra una encarnizada lucha por sobrevivir a la crisis, está dejando en evidencia que no hay nada escrito en piedra. Y aún cuando nadie cuestiona que al grupo le conviene quedarse con sus valiosos activos en la región, la pregunta más difícil de responder es: ¿se lo permitirá la crisis?
Oficialmente, y bajo los lineamientos de su último plan para encontrar el camino a la rentabilidad, la compañía preservará su larga lista de bancos latinoamericanos, que además de Banamex incluyen a Banco Cuscatlan (El Salvador) y Banco Uno (Centroamérica), y sus bancos Citibank en Argentina, Brasil, Chile (donde es socio del local Banco de Chile, del Grupo Luksic), Guatemala, Perú y El Salvador.
Esto quedó de manifiesto cuando en la reestructuración fueron colocados dentro de Citicorp, conocido como el "banco bueno" del grupo, porque en ella ingresaron los activos que quiere preservar. "Todos los negocios bancarios de Latinoamérica están en Citicorp", dice Alberto Gómez Alcalá, director de Estudios Económicos y Asuntos Institucionales para Latinoamérica de Citigroup. "La lógica es que sean los negocios bancarios los que queden allí". Y el grupo ha expresado su compromiso de crecer en los mercados con mayor potencial, lo que incluye la región. "En 2008, ella fue la que contribuyó de manera más importante a los resultados globales de Citi, y el modelo de Banco Universal que Citi está instrumentando está basado en el modelo de América Latina".
En la reestructuración, sólo algunos activos no bancarios en Latinoamérica -que incluyen sus operaciones de administración de pensiones y de seguros- pasaron a Citi Holdings, el "banco malo", que agrupa sus operaciones de corretaje, además de su banca de consumo y su masiva deuda tóxica. Bajo los planes del grupo, los activos que entran en esta unidad podrían ser colocados en venta.
Pero aun cuando las intenciones del grupo de quedarse en la región no podrían ser más claras, analistas señalan que todo dependerá del éxito que tenga en sortear la crisis financiera que en los últimos 15 meses le ha acarreado pérdidas netas por casi US$ 29.000 millones y ha reducido el valor de su capital accionario a unos minúsculos US$ 19.000 millones, desde los US$ 300.000 millones de hace dos años. Las elevadas pérdidas del grupo son atribuidas a su elevada cartera bajo riesgo de no pago vinculada con la crisis de préstamos subprime y al empeoramiento de la economía estadounidense, que comienza a traducirse en incumplimientos en los préstamos más tradicionales.
"La pregunta, entonces, se convierte en: ¿pueden preservar esos activos?", dice Jaime Peters, analista del sector financiero de la firma Morningstar. "Si de aquí a unos meses algo pasa y ellos se encuentran en una situación en la que el capital comienza a escasear y tienen que colocar algo en venta, y el gobierno no da señales de que va a salir al rescate, es muy posible que el plan B pase a un plan C, con serios cambios para atender las nuevas necesidades".
En realidad, los planes de Citigroup ya van mucho más por debajo en el alfabeto. Sus esfuerzos por lidiar con la crisis vienen siendo emprendidos desde cierto tiempo atrás y han pasado desde solicitar financiamiento a cambio de una participación accionaria del príncipe árabe Alwaleed bin Talal -quien terminó perdiendo miles de millones de dólares tras la operación-, hasta recibir más de US$ 45.000 millones de ayuda gubernamental, unos US$ 20.000 millones de ellos en una infusión de emergencia realizada en noviembre. Ese plan de emergencia también involucró que el gobierno estadounidense garantizara más de US$ 301.000 millones de activos tóxicos.
Salvavidas. Hoy, parte de las esperanzas del grupo -y del sistema bancario estadounidense- están centradas en el plan de estabilización financiera anunciado a mediados de febrero por la Casa Blanca, que involucra el uso de un monto no especificado de dinero para crear una entidad mixta -un banco malo nacional- que absorba hasta US$ 1 billón (millón de millones) de los activos tóxicos que mantienen paralizado al sistema financiero. No obstante, el plan fue criticado casi tan pronto como se anunció por su falta de detalles y por no brindar una idea clara de los lineamientos para determinar a qué banco se va a dejar caer y cuál va a ser rescatado.
Pero incluso si el gobierno de Estados Unidos termina absorbiendo los préstamos tóxicos, esto no quiere decir que la Casa Blanca no ejerza presión sobre los bancos para que pongan en venta parte de sus activos en el exterior para ayudar a fortalecer su posición financiera. Y entre los que posee Citigroup son pocos los que brillan más que Banamex. La unidad, dice Peters, está entre las más valoradas por el banco por su posición en México y porque es una de las más saludables. "Tiene un papel que jugar en esta visión del banco de ser una red institucional global, además de garantizar grandes cantidades de ingreso en el largo plazo. Y si alguien les presenta una oferta muy buena, es posible que consideren la venta con interés, dice.
"Ya vendió parte de sus operaciones en Japón y hay un gran rumor de que podría vender a Banamex, que cuenta con una gigantesca base de clientes y una enorme cartera corporativa", dice un analista de Banif Securities que pidió el anonimato.
Por otro lado, a Citigroup no le costaría mucho conseguir interesados si decide vender Banamex, banco con 40.000 empleados y más de 1.200 oficinas, que compró en agosto de 2001 a cambio de unos US$ 12.500 millones. "Evidentemente es un banco que ha mostrado ser altamente rentable y en México es líder", dice Carlos Núñez, analista de Monex Casa de Bolsa. "Entonces habría un apetito importante por muchos tiradores. Se ha hablado de HSBC, Carlos Slim, el antiguo dueño Roberto Hernández, pero todo eso está en el aire".
Los rumores sobre el interés de Slim son persistentes aun cuando hayan sido desmentidos en varias ocasiones por Citigroup y por gente cercana al empresario. El magnate es identificado como un potencial candidato debido a sus elevadas reservas y porque está aprovechando oportunidades, lo que incluye una inversión de más de US$ 250 millones en el periódico estadounidense The New York Times. "Estamos considerando la posibilidad de entrar en cualquier inversión que haga sentido financiero", declaró recientemente a la prensa Arturo Elías Ayub, director de alianzas estratégicas de la telefónica Telmex, y uno de los portavoces del magnate. "Se ven algunas cosas atractivas", añadió.
Aunque menores, las operaciones que Citigroup opera en Brasil a través de Citibank Brazil también podrían despertar el interés de potenciales compradores. La unidad atiende a unos 400.000 clientes con cuentas en sus 120 oficinas. Las expectativas de una eventual venta son menos insistentes que las que circulan sobre Banamex, pero aun así algunos vislumbran un escenario en que el gobierno estadounidense obligaría al banco a deshacerse de un mayor número de sus posesiones en un intento por capitalizar al banco. "Si la venta en México sucede, es obvio que también tomará lugar en Brasil, que es menos valiosa", dice el analista de Banif Securities. E incluso podrían venir más.
Con Arly Faundes, en Ciudad de México.

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