Los centros comerciales se han convertido en ‘santuarios’ para las necesidades hedonistas de muchos; ¿templos del consumismo, símbolos del triunfo del capitalismo, sitios para perder la individualidad?Cuando ya no haya sitio en el infierno de las crisis económicas, el Homo consumens caminará por El Mall”, ésta es palabra de Mamón, dios del dinero, deidad de los shopaholics, a quien no parece importar el uso de anglicismos para referirse a centros comerciales y compradores compulsivos.
Satanizados por incontables apóstatas como templos del consumismo, símbolos sacrosantos del triunfo del capitalismo y espacios donde uno puede perder su individualidad, lo cierto es que de los 3,339 centros comerciales que había en Estados Unidos en 2001, únicamente 30 estaban localizados en zonas urbanas donde el ingreso promedio era menor a 80% de la media nacional.
Y es que, para los investigadores interesados en el tema, analizar el comportamiento humano en los pasillos de un centro comercial, puede ser tan excitante como observar los rituales diarios de los chimpancés en Tanzania.
La comunidad del Mall
No sólo de compras vive el Homo consumens, sus razones para visitar un centro comercial pueden ir de las utilitarias –ir al banco o pagar algún servicio- a las emocionales, mejor conocidas como satisfacciones hedónicas y tienen que ver con la diversión, el descanso y la gratificación. Diversos estudios han mostrado que, en el caso de los adolescentes, estas últimas son las motivaciones principales para convertirse en lo que en inglés se conoce como mall rats (si son hombres) y mall bunnies (si son mujeres), ya que el centro comercial es un espacio público seguro en el que pueden convivir y ser ellos mismos sin la mirada escrutadora de los padres.
El SM Megamall de las Filipinas, por ejemplo, cuenta con una iglesia católica; es decir, una comunidad de 5,000 feligreses/compradores potenciales, en promedio, cada domingo -“la Iglesia es nuestra mejor tienda ancla”, afirma el dueño de la compañía constructora de ese centro comercial-.
En el futuro cercano quizás sea necesario añadir a los estudiantes como integrantes de todo centro comercial digno de ese nombre, ya que en 1995 hubo una propuesta para construir una escuela dentro del Mall of America para los hijos de los alrededor de 10,000 empleados que trabajan ahí.
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